Hong Kong ¿cada vez más similar a china?

La ‘Revolución de los Paraguas’, que empezó en el 2014, exigía la libertad para elegir en forma democrática e independiente a las autoridades locales. Este año, más de tres millones de personas exigen la derogación de un proyecto de ley de extradición a C

La ‘Revolución de los Paraguas’, que empezó en el 2014, exigía la libertad para elegir en forma democrática e independiente a las autoridades locales. Este año, más de tres millones de personas exigen la derogación de un proyecto de ley de extradición a C

La ‘Revolución de los Paraguas’, que empezó en el 2014, exigía la libertad para elegir en forma democrática e independiente a las autoridades locales. Este año, más de tres millones de personas exigen la derogación de un proyecto de ley de extradición a China.

Cuando el 1 de julio de 1997 se hizo efectiva la transferencia de la soberanía de Hong Kong por parte del Reino Unido a la República Popular China, el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita del gigante asiático era de USD 781,74, mientras el de la otrora colonia británica era de USD 27 330,03.

22 años después, mientras en la hoy Región Administrativa Especial este indicador no llegó a duplicarse (USD 46 721,42 en el 2018) en China se multiplicó por 12: fue de USD 9 645 el año pasado. La brecha todavía es amplia, pero esta mejoría en los estándares de vida en la hoy segunda potencia económica mundial -incluso hay quienes dicen que ya le falta muy poco para ser la primera- reflejan un importante cambio en el escenario geopolítico global.

Pero para Joshua Wong, el líder estudiantil hongkonés que puso en marcha la llamada ‘Revolución de los Paraguas’ en el 2014 y ahora es uno de los rostros más representativos en las multitudinarias manifestaciones de este mes, la balanza se inclina paulatinamente en su contra, y si no alzan la voz ahora las cosas irán a peor en los próximos 28 años, hasta que pasen completamente a ser territorio chino.

“Si hace 10 años alguien nos hubiera dicho que en 2047 China se parecería a Hong Kong, nos lo habríamos creído. Pero en la última década, hemos visto cómo el Partido Comunista busca hacer que Hong Kong sea cada vez más similar al resto de China”, dijo este semana en una entrevista con la agencia de noticias EFE.

La pulseada va más allá de la exigencia para que se vete una polémica ley de extradición a China, que fue el detonante para las grandes movilizaciones que lanzaron a más de un millón de personas -según cifras de los organizadores- a las calles el 9 de junio, y a casi dos millones el 16.

Tanto las manifestaciones de hace cinco años -que se desarrollaron en la misma zona donde también se mueve uno de los centros financieros más importantes del mundo- como las de ahora tienen como origen el cuestionamiento a cuánto se está respetando la fórmula ‘un país, dos sistemas’.

Ese fue el acuerdo con los británicos hace más de dos décadas, y consiste en que Pekín es responsable por la seguridad y asuntos externos de la ciudad, mientras Hong Kong mantiene una autonomía limitada para autogobernarse y libertades civiles, incluyendo un sistema judicial independiente y una prensa sin restricciones.

Sin embargo, en la práctica, como resume el diario británico The Guardian, las cosas no funcionan tan simple como suenan. El cargo político de más alto rango de Hong Kong, el de jefe de Gobierno, era seleccionado hasta el 2014 por un comité de 1 200 personas, la mayoría perteneciente a élites pro Pekín. Incluso Carrie Lam, que llegó a ser cabeza del Ejecutivo tras ganar las elecciones del 2017, es ahora señalada por intentar favorecer los intereses chinos.

Y hablando de lo que el respeto a las libertades se refiere, ya hace cinco años la encargada de la seguridad interna en Hong Kong, Regina Ip, dijo que si las marchas se salían de control las autoridades locales se temían una “mini Tiananmen”, haciendo alusión a la represión a las protestas en la plaza pekinesa, que terminaron en masacre en junio de 1989. El mismo Ejército Popular de Liberación (EPL) que estuvo a cargo de esa operación mantiene una guarnición en Hong Kong, si bien hasta ahora se han apegado a la oferta de dejar a la fuerza pública interna controlar la situación actual.

¿Choques hasta el 2047?
Si se toma en cuenta el Índice de Desarrollo Humano (IDH), elaborado por Naciones Unidas para medir el progreso de un país, queda claro que los hongkoneses se encuentran entre los que mejor calidad de vida tienen. Y en el ‘ranking’ Doing Business están en el cuarto puesto entre los países según la facilidad que ofrecen para hacer negocios.

Ni los predecesores de Xi Jinping ni su actual gobierno han dado señales que permitan vislumbrar cómo será este panorama cuando se concrete la adhesión total. El Mandatario chino incluso llegó a proponer a Taiwán una reunificación bajo el mismo ‘un país, dos sistemas’.

Pero Wong y sus coidearios sostienen que lo que viven ahora es ‘un país, un sistema y medio’, y que si no protestan terminarán con ‘un país, un sistema’, el chino, mucho antes de que llegue el 2047. Por eso cuentan con el apoyo de la comunidad cristiana, que teme que llegado el momento les toque vivir el estrecho control estatal a las religiones que prevalece en China continental.

Los activistas lograron recaudar esta semana el equivalente a USD 858 000 para insertar anuncios en 13 periódicos internacionales de nueve países, en un intento de conseguir que el polémico de ley de extradición figure en la orden del día de la cumbre del G20, que terminó ayer en Japón.

Pero Pekín dejó claro que no permitiría que el tema entrara en la agenda. Lo que resta por ahora para hacer cualquier cálculo es observar su crecimiento económico -un principio sacrosanto- y sus relaciones y rol en el rompecabezas global. Falta saber si los hongkoneses, de los cuales solo un 10% se siente chino según la última encuesta de la universidad local, mantendrán el ímpetu para salir a las calles 28 años más.

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