Imagen referencial. El deceso se registró el pasado lunes 12 de abril. Foto: EFE
A Leonardo Sánchez Martínez el miedo que le produjo ver morir a siete familiares en una unidad de cuidados intensivos (UCI) por covid-19 lo hizo resistirse hasta lo último de llegar a una clínica en busca de atención médica.
Cuando cayó enfermo, también por el virus, decidió quedarse en su casa en Santa Marta, a pesar de que los síntomas eran cada día más graves.
Leonardo estaba seguro de que con sus propias fuerzas y un tratamiento natural que le recomendaron en el barrio lograría soportar los estragos del coronavirus en su cuerpo.
Sin embargo, nada le resultó y aunque luchó y aguantó dos semanas, el virus terminó llevándolo a la muerte, con apenas 43 años de edad.
El deceso se registró el pasado lunes 12 de abril, a las 6 de la tarde, y su cuerpo quedó tendido en la cama de su cuarto, de donde solo dos días después fue retirado por la autoridad sanitaria.
Una muerte que pudo evitarse
Su hermano Jaime Alberto Sánchez Martínez, en medio del dolor que lo embargó por perder ya a ocho de sus parientes más queridos, cree que Leonardo quizás habría sobrevivido recibiendo a tiempo una asistencia médica en un centro asistencial.
“Era una persona joven, sana y llena de salud que tenía ganas y fuerzas para vivir mucho años más”, recuerda.
Lamenta que a Leonardo nada ni nadie lo pudo hacer cambiar de opinión, ni siquiera en su momento más crítico, que contrario a pedir ayuda lo único que deseaba era que lo dejaran solo.
“Superó varios episodios en los que le faltaba la respiración y se ahogaba.
Había días que amanecía mejor, por eso pensaba que iría mejorando, lastimosamente su salud se complicó y ya no hubo nada que hacer”, relata Jaime.
Leonardo sentía temor de pasar por el mismo sufrimiento que sus otros familiares en una UCI. Y no era para menos; en un año de la pandemia, esta enfermedad se llevó a su abuela, a tres tíos, dos primos y un hermano.
“Son 8 familiares que dolorosamente se han ido por este virus que no hace distinción de nada. Mi hermano no quiso ir a la clínica porque, como nuestros parientes fueron intubados y luego fallecieron, eso le daba miedo. Prefería morir en su casa”, contó Sánchez.
Jaime dice que lo que le está sucediendo a su familia se asemeja a una película de terror por las sucesivas muertes y la estigmatización social que ahora le ha tocado soportar por haber tenido a su hermano varios días sin vida en la casa.
“Los vecinos en la urbanización, a pesar de la tragedia que estábamos afrontando por esta nueva pérdida, nos atacaban e insultaban porque el cuerpo de Leonardo llevaba más de 32 horas dentro de la habitación y nosotros no sabíamos qué hacer”, agrega Jaime, quien residía en la misma vivienda.
Solo hasta el miércoles (14 de abril) en horas de la mañana funcionarios de la Secretaría de Salud atendieron el requerimiento y trasladaron el cadáver a la morgue para aplicarle los protocolos.
“Mis familiares no le prestaban atención a este virus, no se cuidaban, pensaban que era algo inofensivo; mi hermano, aunque ya sabía lo peligroso que era, no lo atendió correctamente y tampoco se salvó. Toda esta tragedia debe servirle de ejemplo al mundo entero para que se cuiden y no duden nunca en ir a una clínica porque solo así hay posibilidades de salvarse”, puntualizó Jaime Sánchez.