Redacción Quito
En 13 caballetes de madera, 108 niños de entre 1 a 5 años dan rienda suelta a su imaginación. Con pintura de todos los colores empiezan a dibujar todo tipo de formas en el Rincón del color.
Este espacio, junto con otras cinco salas, forman parte del Círculo Infantil. Un proyecto del Hogar de Paz, ubicado en El Tejar, que nació hace casi 10 años. Allí, cuatro parvularias y cinco ayudantes enseñan a los pequeños clases de motricidad, estimulación temprana, pintura, danza y actividades lógico-matemáticas.
Los costos
Los padres de los niños que asisten al Círculo Infantil cancelan una matrícula de USD 25. El costo mensual es de USD 20, con el que se cubre parte de la alimentación de los pequeños.
Para asistir a las tareas dirigidas, cada alumno debe cancelar USD 10 por ciclo. El período dura un trimestre.
Las clases de danza para niños se realizan los fines de semana sin ningún costo.
A diario, desde las 09:00 hasta las 16:30, los hijos de los comerciantes minoristas y de varios moradores de sectores aledaños se instruyen y también divierten en los juegos infantiles.
La idea, según Gonzalo Vergelín, coordinador del Hogar de Paz, surgió al realizar el convenio de reubicación de los comerciante informales, en los centros comerciales del ahorro. Las mujeres comerciantes solicitaron un espacio para que sus hijos pudieran recibir atención mientras ellas trabajaban en los locales.
A las 10:00, después de sus primeras actividades de la mañana, el primer grupo de pequeños se sirve la colación enviada por sus padres en el comedor de colores pasteles con dibujos animados. Una vez que han terminado salen a divertirse en las áreas verdes del lugar, llena de juegos infantiles.
Además del centro infantil, el espacio se destinó a otros proyectos que incluyen tareas dirigidas, cursos y talleres. En el segundo piso de la institución se ubican siete aulas para ayudar a los niños y adolescentes, de entre 6 y 13 años en sus tareas escolares.
Rafael Sanango ayudaba a estudiar matemáticas a un grupo de colegiales ayer por la mañana. Los chicos resolvían problemas junto a este colaborador al que además le tienen confianza. Para Steven Ordóñez, uno de los alumnos, la comprensión y el gusto por las matemáticas las adquirió gracias a la ayuda de Sanango.
El estudiante debía terminar sus deberes hasta las 11:30 para asistir puntualmente a su colegio. Él llega al Hogar de Paz todas las mañanas a las 09:00 con su uniforme listo y bien peinado.
Desde hace seis meses la capacidad de atención en los dos proyectos aumentó en un 50%. A las tareas dirigidas asisten 20 chicos en la mañana y 130 en la tarde.
Silvia Bahamonde es la coordinadora de este proyecto que se ejecuta desde hace tres años. Para la colaboradora, trabajar con los chicos y chicas es enriquecedor. “Uno mira en ellos todo tipo de problemas y se siente útil al saber que se los puede ayudar en algo”.
En el Hogar de Paz también se realizan capacitaciones a los comerciantes y además talleres de vitrales, danza y bailoterapia. Para José Luis Zambrano, profesor de baile, esta es una forma de liberar el estrés y sentirse feliz.