En el lado izquierdo del escenario están una silla, una mesa, un micrófono, una botella con agua, una copa de cristal y una botella de cerveza, ambas vacías. Pippo Delbono ingresa y nos cuenta su vida.
El gesto es mínimo, pero proyecta una intensidad dolorosa. Hay risas, pero también llanto.
El hombre, actor y personaje, desnuda sus emociones. Nos habla de su amor muerto, de su enfermedad, de su familia, de su fe, de su ideología, de cómo las cosas que han pasado en su vida se convirtieron en arte.
Bajo una luz general, el hombre varía el tono de voz para recitar a Passolini, para interpretar fragmentos de sus obras anteriores: ‘Il tempi degli assasani’, ‘Urlo’, ‘Enrico V’, ‘La Rabbia’ y ‘Gente di plastica’. También danza con su enfermedad y golpea con su rabia. Narra su encuentro con Bobó y con Robledo, sus compañeros; con la reina de Holanda y con Yasser Arafat, con el poder.
Al final se identifica: “Hay tres cosas que no puedo pronunciar frente a mi madre: ceropositivo, homosexual y budista”.
‘Racconti di giugno’ (‘Historias de junio’) se presentó en el Teatro Variedades, la noche del lunes. La sala estuvo llena. Ayer repitió en Guayaquil.