Hipótesis

Hasta hoy creía que en estas circunstancias históricas para tener un país justo, democrático y próspero era necesaria una gobernanza que ponga en marcha una ecuación compleja: más Estado-más Sociedad, fórmula que alude a un equilibrio de poderes de estos dos grandes factores de la realidad. El desequilibrio favorable hacia el uno o el otro lado es perverso. Más Estado y menos Sociedad implica el depósito del poder en una maquinaria que puede tornarse prepotente, autoritaria e ineficiente. Más Sociedad y menos Estado puede dar lugar al desenfreno de las arbitrariedades de los individuos o de las corporaciones.

La ecuación “más Estado – más Sociedad” es correcta pero insuficiente. El “más” alude a lo cuantitativo. El equilibrio de poderes también pasa por la calidad. No se puede conceder más poder y recursos a una maquinaria obsoleta e ineficiente. No se puede dar más poder a una sociedad desorganizada e irresponsable, colmada de individuos sin sensibilidad social ni sentido colectivo, a una sociedad sin ciudadanos.

Luego de estos tres años de “Revolución Ciudadana”, a pesar de las teorías o buenos deseos de muchos de sus ideólogos, que persiguieron recuperar el rol del maltrecho Estado resultado del neoliberalismo “criollo”, hemos asistido al fortalecimiento del rol del gobierno central, al relativo control del mercado y a una mayor participación social en el papel, ya que en la práctica esta se ha reducido. El hecho más visible es la concentración de poder en el Ejecutivo, que seguramente se explica, entre otros factores, por la necesidad de “poner la casa en orden” y de obtener resultados rápidos y visibles de gran impacto para acumular capital político. En fin, se apostó por el Estado. Pero ¿Por cuál Estado? Por el que estaba a mano. Por el obsoleto, rico e inequitativo Estado de siempre. Aquel que la izquierda, hoy en algunos puestos del gobierno, combatió en los sesenta y setenta.

Es probable que esto explique (hipótesis), una de las causas del fracaso de uno de los programas más emblemáticos del régimen: el combate al analfabetismo.

No basta que el Ministerio, para ejecutar sus programas, cuente con un poderoso apoyo político al más alto nivel ni de una nutrida inversión y publicidad, si no dispone de técnicos de primera, modelos de gestión modernos y participativos, procesos de evaluación permanente, sistemas efectivos y transparentes de información, debate académico y amplio apoyo ciudadano, de la comunidad educativa y los medios.

En las semanas que vienen a propósito del diseño de la nueva institucionalidad, a través de las leyes,  Ecuador no puede permitirse perder la oportunidad de construir una gobernanza con más y mejor Estado y más y mejor Sociedad. Un Estado moderno al servicio de los ciudadanos y una sociedad de ciudadanos responsables.   

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