En Guayaquil, un joven afectado por el consumo de drogas quedó con problemas físicos. Foto: Archivo/ EL COMERCIO.
Sedante para vacas y hasta químicos para pintura, estos son componentes que ahora se mezclan con la heroína y se obtiene la denominada ‘hache’, una droga “altamente adictiva”.
Precisamente eso es lo que consume José, uno de los 15 hermanos que el pasado sábado perdieron a su padre. Los primeros datos señalan que él aparentemente se suicidó porque cuatro de sus hijos son adictos a esta sustancia.
Los USD 10, o a veces 12, que Renzo C. y su esposa Geoconda ganaban a diario por vender objetos usados y dulces en el centro de Guayaquil, los guardaban sigilosamente.
Los familiares dicen que de lo contrario, el dinero era robado dentro de su misma casa por los jóvenes que consumen y que tienen entre 12 y 20 años.
La presión por no saber qué hacer indignó al padre, quien ayer fue sepultado en Guayaquil. Mientras que la Gobernación del Guayas ayudará a que los cuatro jóvenes se recuperen de la dependencia a la droga.
La tarea de rehabilitación no será fácil. La “hache” deja secuelas que requieren un tratamiento para evitar otro tipo de daños. Los jóvenes convulsionan cuando abandonan la cantidad que suelen consumir.
Los componentes de este narcótico perjudican directamente el sistema neurológico.
Consuelo Meza trabaja en un hospital público, ha atendido a pacientes adictos a alcaloides y sabe que los pacientes sienten cada vez menos la necesidad de alimentarse cuando consumen estos estupefacientes.
“La poca cantidad de comida ingerida afecta evidentemente la apariencia física de los consumidores, quienes pierden peso mientras más cantidad de drogas consuman”, señala Meza. Dentro del estómago, los químicos disminuyen los glóbulos rojos de los jóvenes.
Este Diario visitó la Casa de Acogida Juan Elías, inaugurada en marzo pasado. El lugar atiende a menores con problemas de adicción. En el ingreso a este Centro, se encontraba un joven que dejó temporalmente la “hache”, para buscar atención médica y psicológica.
Su apariencia pálida confirmó que era víctima del estupefaciente durante tres años consecutivos. Según su madre, quien pidió la reserva de su nombre, el menor recibe ayuda psicológica una vez al mes en un centro de salud pública. La mujer teme por el bienestar de su hijo porque de él esperaba que culmine el colegio e ingrese a la universidad. “Al verlo diariamente acostado, y en la noche predispuesto a salir, me preocupa porque su apariencia ya no es la misma. Lo veo amarillo y sin ganas de dedicarse a nada”, comentó su madre.
Las secuelas que deja la ‘hache’ pueden llegar al extremo, como en el caso de Luis, quien sufrió una parálisis parcial cerebral el pasado 10 de enero. Su cuerpo permaneció 48 días conectado a tubos y a un respirador artificial que abastecía de aire a sus pulmones. El joven sufrió de una sobredosis de droga. Pese a su salida del estado de coma, Luis quedó con el 80% de discapacidad intelectual.
Uno de los argumentos del consumo de este tipo de estupefacientes, es su facilidad para conseguirlos. Rodrigo A. es estudiante de un colegio en el sur de Guayaquil. Afirma que atravesó el vicio de las drogas luego de someterse a un tratamiento de recuperación por un año. Cada semana, Rodrigo compraba hasta siete gramos de “hache”. ¿Cómo la conseguía?
El joven de 20 años explica que en su colegio un compañero mayor a él, lo invitó a probarla. “Durante casi dos semanas me la regalaba. Después yo le pedí y me dijo que un comerciante se la vendía más cara (USD 3), por lo que debería pagar a partir de entonces. Comencé a vender mi ropa para comprar, porque ya me había convertido en adicto”, dice.
Rodrigo también perdió peso. Antes de volverse adicto oscilaba 147 libras; luego disminuyó a 100. En el suburbio de Guayaquil, donde Rodrigo vive, la población teme porque en las esquinas se posicionan grupos de microtraficantes en altas horas de la noche.
El pasado sábado, el presidente Rafael Correa se refirió a este grupo de comerciantes propagados por la ciudad. Calificó a la venta al menudeo como “el problema que puede ser mortal para los jóvenes”. “Si ese tipo (el microtraficante) que está vendiendo droga sabe que solo se puede ir dos meses a la cárcel, va a seguir vendiendo droga. Y como para delitos menores a un año de pena, no hay prisión preventiva, a esa persona le piden que asista a la audiencia. En otras palabras, no estamos metiendo presos a los microtraficantes”, señaló el Primer Mandatario.
Las medidas tomadas para evitar la venta de droga a los chicos
2013
Ese año arrancaron las campañas Yo Vivo mi pasión sin drogas, Oxigena tu vida y no la destruyas con drogas, Yo vivo. Además, otras como Yo vivo mi colegio preventivo, Yo vivo sin drogas o Yo pinto mis sueños sin droga. La idea era evitar que los chicos sean captados por bandas delictivas.
2014
A partir de enero, el programa Yo Vivo capacitó a 29 652 alumnos de 15 planteles fiscales, municipales y privados de Quito. También se hizo operativos de control.
2015
En el inicio del año escolar en los regímenes Sierra y Amazonía, policías motorizados vigilaron los exteriores de los planteles educativos, para impedir que bandas delictivas se acerquen a los jóvenes. En los establecimientos también se han colocados cámaras de seguridad.