Los niños parecen tener temperamentos diferentes casi desde el instante de su nacimiento. Algunos son alegres y fáciles de manejar, mientras otros son molestosos y muy demandantes.
Los investigadores han identificado muchos estilos temperamentales que emergen desde muy temprano en la vida y que son relativamente duraderos, incluyendo el nivel de actividad, la adaptabilidad, la persistencia, la aventura, la timidez, la inhibición y la distracción.
La herencia
La mayoría de psicólogos concuerda en que tales diferencias temperamentales tienen una base biológica y orígenes genéticos, según un estudio realizado por J. E. Ormorod, reconocida psicóloga educativa, autora de varios libros y estudios. “Las diferencias genéticas de temperamento son solamente predisposiciones de comportamiento en ciertas formas, sin embargo, las condiciones del entorno pudieran determinar que ciertos niños con la misma predisposición tomen direcciones diferentes. Un factor de influencia del entorno es el estilo de paternidad que los padres y otras personas a cargo de esos niños utilicen en su crianza. En la cultura occidental, la situación ideal pareciera ser la de la paternidad autoritaria que combina el afecto y el respeto por los niños con restricciones razonables en cuanto al comportamiento… Los hijos de hogares autoritarios tienden a ser felices, llenos de energía, autoconfianza y son muy aceptados…”, dice la autora.
Sin embargo, la paternidad autoritaria no es la mejor. Algunos de los otros estilos pudieran ser mejores dentro de ciertas culturas y entornos.
“Los estilos de paternidad tienen, en el mejor de los casos, tan solo una influencia moderada en las personalidades de los hijos. Muchos niños y adolescentes se comportan en la vida de diversa manera sin importar el estilo de crianza recibido, siempre y cuando esos padres no hayan sido ni negligentes ni abusivos”, dice la doctora Ormorod.
El entorno cultural
Este influencia el desarrollo de la personalidad mucho más directamente al promocionar (mediante la socialización) ciertas clases de comportamientos. Muchos niños en algunos países son educados para ser respetuosos y tímidos, mientras que en otras culturas son criados para sonreír y ser extrovertidos.
Según la especialista, la naturaleza y el comportamiento interactúan en diversas formas en la construcción de las personalidades. Por ejemplo, los chicos que demuestran mucha energía buscarán una amplia variedad de experiencias en comparación con los más callados y retraídos. Los niños que son vivaces y muy extrovertidos tendrán más oportunidades que los tímidos para aprender habilidades sociales y establecer relaciones valiosas. Los niños que tienen temperamentos que chocan con las normas culturales o las expectativas de sus padres serán aptos para provocar reacciones negativas en los demás y llevar a sus padres a utilizar un estilo más controlador y autoritario.