Redacción Mundo y DPA
‘Comen tortillas de maíz, fréjoles y algunas hortalizas, que no tienen muchas proteínas porque carecen de dinero para comprar carne, pollo o huevos”. Así el galeno Juan Carlos Rodríguez, jefe de Pediatría del Hospital Nacional de Jalapa, describe el drama que vive gran parte de la gente de ese departamento del sureste de Guatemala.
Rodríguez refiere a la agencia de noticias IPS otros detalles de la hambruna que carcome a la población local. “Hay un aumento importante de niños con desnutrición severa e infecciones. En una semana pasamos de tener 10 a 25 niños desnutridos. En dos meses se murieron ocho”.
Jalapa es solo la punta del iceberg de la crisis que ha obligado al gobierno del presidente Álvaro Colom a declarar “el estado de calamidad pública”.
Ayer, el diario guatemalteco La Hora publicó el informe del relator de la ONU para el Derecho a la Alimentación, Olivier De Schutter, al finalizar su visita al país.
El Relator expresó su preocupación porque el 51% de los 13,2 millones de habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza y el 15 % en extrema pobreza, lo cual redunda en niveles altos de mala nutrición, que afecta a más del 16 % de los ciudadanos
“Guatemala es un país rico”, resaltó el funcionario de la ONU, pero advirtió lo que conocemos desde hace muchos años, en cuanto a que el Estado es pobre y débil, en vista de que los impuestos representan el 9,9% del PIB, cifra que está muy por debajo del 12,5 % estipulado en los Acuerdos de Paz. Además , es uno de los niveles más bajos de tributación en América Latina, “lo que la oligarquía se resiste a aceptar”.
Mientras tanto, el Programa Mundial de Alimentos de la ONU comenzó la entrega de 20 toneladas de galleta nutritiva (un suplemento proteico y vitamínico) en 164 comunidades afectadas por la hambruna. Esta calamidad se ha acentuado en las regiones más pobres del país, debido a la destrucción del 90% de cultivos.