‘Haití carece de liderazgo y de instituciones’

Redacción Mundo

¿Por qué la solidaridad hacia países como Haití solo surge cuando son golpeados por catástrofes, como la del terremoto del 12 de enero?

En el contexto internacional, lamentablemente,  no todos los países pesan lo mismo. Hay algunos más importantes que otros. Y  no solo por el tema de recursos económicos o por  una cuestión geoestratégica, sino por los pros y los contras que representan en el contexto internacional. En este caso, precisamente Haití   no es un país clave ni estratégico ni para América del Sur ni para EE.UU. La ayuda de las grandes potencias está orientada hacia los países de los cuales puedan recibir alguna forma de retribución. Hay una relación utilitaria, en ese sentido. Por eso vemos lo que sucede ahora con esa nación.  

¿Cree posible que   los países   ricos diseñen   un plan para la  transformación económica de Haití?
 
El problema de Haití  es complicado,  grave. El último triste suceso, con la destitución de Bertrand Aristide, fue una muestra de aquello. Es un país con muchos y muy serios problemas. Carece de un liderazgo político, tiene problemas económicos de fondo.  Diseñar un plan desde afuera  implicaría que existan actores políticos locales que estén dispuestos a aquello. En los actuales momentos, Haití tiene una crisis muy complicada de instituciones. Entonces, me parece que eso dificulta una posible ayuda hacia ese país.  

¿POR QUÉ
ESTÁ AQUÍ?
Su experiencia. 
Catedrático de la Flacso.  PhD en Política de Universidad Nacional de San Martín, en
Argentina.      
Su punto de vista.  El  momento que vive Haití tiene que verse  sin un rasgo ideológico. No se puede decir   que la ayuda   de Estados Unidos o de Francia tiene intentos  colonizadores.

¿Vale la pena articular un Plan Marshall a la haitiana?

Es importante que América Latina y EE.UU.  pongan los ojos en Haití. La situación política y económica que vive ese país es muy complicada. Realmente, no se puede concebir que a inicios de un nuevo siglo, cuando se habla de globalización, haya un país en las condiciones que vive Haití. Las desigualdades en la distribución de la riqueza son lamentables. Apoyar a Haití debe ser prioritario en las políticas de nuestros países.  Pero respecto a un  Plan Marshall, el contexto histórico es distinto. 

Las circunstancias internacionales eran distintas.  Acá hay que buscar un mecanismo de apoyo a Haití. Siempre hay que hablar de apoyo, porque hay un tema de soberanía que es muy fuerte. Este concepto a veces puede chocar con el tema de la ayuda internacional. Se puede creer que  esa ayuda puede convertirse en intervencionismo.  Eso atenta contra el tema de la soberanía y puede generar problemas.  El apoyo debe estar en torno a rehabilitar las instituciones políticas. A partir de eso se puede mejorar lo social, lo económico y el resto de cuestiones.

¿Qué falló en Haití?

Creo que las instituciones nunca se asentaron bien. En América Latina, en general, el respeto a la Ley y a las instituciones es prácticamente nulo, salvo unos pocos países: Chile, Uruguay y Costa Rica. Pero el resto de países adolece  de esto. Las instituciones no nos dicen nada.

La Legislatura, las cortes no nos dicen mucho. En el caso de Haití, eso es más grave. Y es paradójico porque fue el primer país en abolir la esclavitud en el mundo y el segundo en independizarse en América. La ausencia de recursos naturales incidió en eso, pero ese  problema de toda América Latina del que hablamos allí se intensificó.   Haití no es la excepción.

Hay   similitudes con nuestros países,  pero allá se dan con mayor intensidad.
        
¿Por qué suele calificarse a Haití como  país ‘ inviable’?

Existe  una relación directa entre la  institucionalidad y el desarrollo. No se encuentra en el mundo un país con gran  desarrollo económico  sin instituciones políticas  sólidas.

¿Tienen  asidero las acusaciones  de los presidentes de Venezuela, Nicaragua y Bolivia sobre una invasión estadounidense a Haití?

El actual momento que vive Haití tiene que ser observado sin un rasgo ideológico partidista. No se puede decir este rato que la ayuda que viene de Estados Unidos o de Francia tiene un intento colonizador o intervencionista.

La ayuda actual, venga de donde venga, es humanitaria. Es una ayuda a seres humanos que están pasando un momento muy difícil. Tratar de ver allí una segunda intención, me parece perverso. No es el momento, dada la situación, para pensar en cuál es  el objetivo de los aportes. No es el momento para esas especulaciones.

Frente a las declaraciones de Hugo Chávez y Evo Morales [presidentes de Venezuela y Bolivia], me parecieron coherentes las declaraciones del presidente ecuatoriano Rafael Correa. Cuando le preguntaron recientemente, él respondió: “Este es un tema humanitario. Dejemos el tema político para luego. Ahora hay que ayudar a la gente”. En un principio, pensé que pudiera  
alinearse  con el discurso de la Alba.      

La ayuda   a Haití constituye para EE.UU.   una oportunidad de ser visto como un país solidario. Incluso  para mejorar su imagen en la región, que aún tiene frescos los recuerdos  de las invasiones a Panamá, Granada, etc. ¿Cuál es su opinión? 

 La agenda internacional del presidente Barack Obama es mejorar la relación con América Latina, venida a menos con George W. Bush. Pero el terremoto de
Haití es algo coyuntural. Ni Obama ni nadie podía prever que iba a pasar eso. Más allá de esto, creo que la ayuda humanitaria a Haití sí sirve para mejorar  la   imagen de Estados Unidos. Esa es la política  general de   Obama.

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