Imagen referencial. La confrontación bélica en el Cenepa estalló el 26 de enero de 1995. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO.
La confrontación bélica en el Cenepa estalló el 26 de enero de 1995. Una brigada de Ecuador desalojó a una unidad peruana que construyó un helipuerto en el sector conocido como Base Norte. Tras 34 días de enfrentamientos se registraron 33 uniformados muertos y 103 heridos por el lado ecuatoriano. 26 años después, los excombatientes ecuatorianos hablan sobre lo que significó haber participado en el conflicto armado.
Luis Aguas, general retirado
“Ocupaba el cargo de teniente coronel. Ingresé dos veces a la zona de enfrentamientos. La Guerra del Cenepa significa el cumplimiento de una de las misiones principales que le da la constitución a las Fuerzas Armadas: la defensa de la soberanía nacional e integridad territorial. Además, significó que el esfuerzo y sacrificio de los soldados que terminó en la paz que necesitaban los dos países que por más de un siglo tenía diferencias de carácter limítrofe. Me dieron la responsabilidad de defender todo el Valle del Cenepa ante la amenaza de la invasión. Recuerdo varias misiones importantes. Por ejemplo, el 27 de enero se atacó la Cueva de los Tayos en donde estaba concentrada las fuerzas peruanas. Hubo enfrentamientos fuertes casi a diario. También destacó la participación de la Aviación del Ejército que derribó helicópteros peruanos y de los pilotos de la FAE que dieron de baja naves de ese país. Así pudimos tener superioridad aérea”.
William Tipanluisa, sargento primero en servicio pasivo
“Me siento orgulloso de haber estado ahí porque defendí el territorio. Fue algo que nadie había vivido y fui parte de esa historia. Siento que con el Cenepa pude cumplir con la misión de un soldado. Yo era radioperador del puesto de mando en el sector de Banderas (Morona Santiago) y pertenecía a la compañía de comunicaciones en Patuca, en la Brigada Cóndor. Por ese medio avisábamos al puesto de mando de Patuca cuando había enfrentamientos, cuando debían enviar apoyo o misiones de rescate. Fue una guerra muy cruda que trajo bajas en cada lado. Hoy siento que sí hay motivación para que esta gesta no se olvide, sobre todo en los más jóvenes. Es importante mantener vivo este recuerdo. También veo que cada año tratan de motivarnos a quienes estuvimos en la línea de combate”.
Edgar Quiancha, sargento primero retirado
“Pertenecía a la Compañía de Operaciones Especiales 19 Napo. Antes de la guerra estábamos preparados para dar seguridad en Putumayo porque había problemas con la guerrilla de Colombia. Cuando ya nos tocaba ir a las vacaciones de fin de año, veíamos que el conflicto con Perú crecía. Nos preguntaron si podíamos ir y dijimos que sí. Ahí estuvimos. Nuestra primera misión fue sacar a una patrulla que había sido emboscada en el sector conocido como la Y de Patuca. Vimos a un compañero salir sin una pierna. Escuchábamos el sonido de las balas cruzar por el aire. Creo que el Cenepa significa honor, gloria, orgullo y pasión por ser ecuatorianos. Hoy también veo que muchos de los ofrecimientos que realizaron a excombatientes no se han dado o que algunos beneficios quedaron solo en el papel”.
Néstor Peñarreta, sargento primero en servicio pasivo
“Tuve tratamiento psiquiátrico después del conflicto. He estado en varias sesiones y siento que recién me estoy recuperando. Participé en los combates. Recuerdo que el 27 de enero recibimos la orden de retroceder porque había iniciado el conflicto un día antes y estábamos en un puesto demasiado alejado. A lo que intentamos salir nos emboscaron las tropas peruanas. La balacera no nos permitía movernos. Éramos cinco los que estábamos en ese momento en el puesto. Poco a poco nos movimos para llegar a otros destacamentos. Pude saltar por una quebrada y estuve herido con una esquirla en la pierna. Llegué a la base de Coangos. Ahí entregué mi fusil a mi superior. Estaba destrozado, porque también recibió descarga de balas. Aunque considero que haber participado es un símbolo enorme de heroísmo porque defendimos la libertad y al país sí quiero recalcar que sentimos una traición cuando nuestra diplomacia no defendió el territorio como lo hicimos los soldados. También siento que luego de la guerra hubo despreocupación hacia los soldados que estuvimos en el lugar. Hoy en día, las autoridades civiles critican al soldado, lo menosprecian”.
Pablo Terán, sargento primero retirado
“Cuando sucedió la guerra yo ya tenía 52 años. Estaba 10 años en servicio pasivo y tuve que regresar. La ley militar de entonces lo permitía. Yo retorné porque tenía experiencia como instructor de las fuerzas especiales. Llegué a Patuca y me asignaron aspirantes a soldados. Había 110 novatos a los que enseñamos en las trincheras. Estuvimos asignados en el helipuerto que está en las nacientes del río Cenepa. Defendimos ese puesto y lo entregamos a nuestros generales sin ninguna novedad. Ese episodio significó para mí sentirme nuevamente orgulloso de volver a vestir el sagrado uniforme y de defender la bandera nacional. Tuve suerte de proteger el territorio en la única guerra que hemos podido ganar. Hoy tengo 80 años cumplidos”.