Los artesanos de las parroquias Febres Cordero, Urdaneta y Letamendi compiten cada año por alcanzar los primeros lugares del concurso organizado por el Cabildo, con premios que suman USD 9 000. Foto Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
En casa de José Luis Morales han tenido que adaptarse al estilo de vida de la Familia Monster. Desde el 26 de diciembre suelen acostarse a las 02:000 o 03:00 para recibir a quienes buscan tomarse una fotografía dentro o fuera del icónico castillo de la comedia que se estrenó en 1964.
“Podemos pasar a la sala de ellos -dice mientras sube por una escalera-. Le hicimos una chimenea, Herman Monster mueve la cabeza y el abuelo tiene una cámara de humo sincronizada dentro de la cabeza para que salga vapor por la nariz y las orejas”, detalla Morales.
Cuando el humo se disipa se pueden ver los detalles. Son cinco monigotes, rodeados por paredes cubiertas por telas de araña. Hay una mesa con la copa de vino del abuelo Monster y hasta un antiguo televisor. Afuera montaron una réplica del ‘Monster Koach’, el tenebroso auto de esta entretenida familia.
Todo recrea el número 1313 de la calle Mockingbird Lane. Pero en realidad es la 18 y primer callejón Francisco Segura, en el Suburbio guayaquileño.
Esta es una de las paradas obligadas dentro de V Ruta de los Gigantes, un recorrido impulsado por la Empresa Municipal de Turismo del Municipio. Son 38 monigotes, que miden entre 3 y 10 metros de altura, y que continuarán recibiendo a los visitantes hasta el próximo 11 de enero de 2020.
Monigotes gigantes en Guayaquil
Los artesanos de las parroquias Febres Cordero, Urdaneta y Letamendi compiten cada año por alcanzar los primeros lugares del concurso organizado por el Cabildo. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
Varias temáticas son representadas mediante monigotes gigantes. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
La Familia Monter, una de las más populares telecomedias estadounidenses también fue representada por los tradicionales monigotes. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
Otro de los monigotes gigantes fue la figura de Buzz Ligthyear, figura de acción de la película infantil Toy Story. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
Los personajes de la conocida serie ecuatoriana Mis adorables entenados, también fue representada por monigotes de gran tamaño. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
Los artesanos de las parroquias Febres Cordero, Urdaneta y Letamendi compiten cada año por alcanzar los primeros lugares del concurso organizado por el Cabildo, con premios que suman USD 9 000.
Por eso cada año el desafío es mayor. En gran parte de los diseños han incorporado luces led, motores para dar movimiento, cámaras de humo, parlantes para efectos de sonido… Todo para dar vida a los gigantes del Suburbio. “Antes hacíamos solo monigotes grandes. Ahora nos hemos inclinado por escenografías completas, resaltando los rostros humanos y usando elementos para darle más realismo”, dice el creador de los Monsters.
Buzz Lightyear no llegó al infinito y más allá, pero sí aterrizó en el segundo callejón Francisco Segura y la 24. El superhéroe espacial de la película Toy Story mide 8,20 metros de alto y fue confeccionado en tres meses.
“Nos han dicho que este el mejor que hemos hecho hasta ahora. Tenemos cerca de seis años haciendo monigotes, dándoles forma con caña y cartón”, cuenta Vladimir Ramírez, uno de los tres diseñadores. Por las noches sus sensores se iluminan y su cabeza gira.
Su elaboración demandó más de 50 planchas de cartón y para su impecable traje utilizaron casi cuatro galones de pintura blanca. Parte de estos materiales son donaciones de vecinos y auspicios de ferreterías y otros negocios cercanos.
Varias cuadras adelante, en dirección al puente de la 17, se escucha desde un parlante el rugir de King Kong. Juan José Calle confiesa que pasaron horas viendo el filme (2005), específicamente la escena de la pelea entre el gigante simio y un dinosaurio, en la Isla Calavera.
“Hemos tenido buena acogida. A la gente le atrae el movimiento de la mandíbula del dinosaurio, las heridas en la cara y la saliva en la boca de King Kong. Optamos los personajes que resulten más complejos para que el desafío sea mayor”, explica Calle, quien es parte de un equipo de cinco creativos.
Las películas también inspiran a Anthony Alvarado. El año pasado dirigió el montaje de Thanos, el supervillano de los Avengers. Para continuar con la saga, en 2019 se decidió por Iron Man. El gigante de armadura roja, con media máscara en el rostro después de una lucha campal, defiende a la 15 y Capitán Nájera.
“Lo más desafiante fue la construcción del torso. También le instalamos luces led, un sistema de humo, mueve la cabeza y empleamos un mecanismo hidráulico para darle movimiento al brazo izquierdo. Hemos evolucionado. Ya no usamos madera ni papel, sino espumafón, varillas y estructura metálica para evitar los daños por el agua y el sol”, comenta Alvarado.
Otros artesanos apuestan por los materiales tradicionales. Carlos Zapata y sus hijos emplearon kilos de papel y cartón para despertar nostalgia afuera de su casa, en Medardo Ángel Silva entre la 15 y la 16. Ahí montaron a cada uno de los personajes de la familia Vera, de la serie ecuatoriana Mis adorables entenados que se estrenó en 1989.
“Hace cinco años mantenemos esta tradición, desde que mi papá estuvo en silla de ruedas hasta ahora que ya puede caminar”, recuerda Calos Jr., el hijo mayor. Zapata, que tuvo una trayectoria de comediante, volvió a caminar el año pasado después de un serio accidente de tránsito. Para su cirugía contó con el apoyo de algunos de sus colegas actores, por lo que quiso rendirles un homenaje.
Junto a él, su vecino José Salas expone una nueva obra de arte. La fachada de su vivienda es una galería que en esta ocasión mostró al surrealista Salvador Dalí con su obra Galatea de las esferas. “Lo hice como un desafío personal”. Para tener la perspectiva exacta y distinguir el rostro hay que pararse en la acera de enfrente. En el montaje, Salas comparte que recurrió a un programa especial para lograr las dimensiones precisas de las cañas que salía desde un punto de fuga. Ese fue el andamiaje para colocar cerca de 200 esferas, moldeadas a mano con cartón y papel.
“Cuando me propuse plasmar estas obras lo hice como una forma de difundir las distintas manifestaciones artísticas. Que las personas aprendan o reconozcan a los artistas detrás de estos diseños es algo valioso”.
Los gigantes, una expresión de la cultura popular guayaquileña que comenzó hace diez años, serán desmantelados dentro de una semana. Sus creadores ya piensan en los diseños que empezarán a moldear desde mediados de este 2020.