Una vista panorámica de Carapungo, en la parroquia de Calderón, que es la que más crecimiento de votantes registra en Quito. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Quito llegará a las seccionales de marzo próximo con una nueva marca: por primera vez sobrepasa los dos millones de electores. La capital se equipara así con Guayaquil, que había llegado a esa cifra en la consulta popular que se realizó en febrero del 2018.
Ese nuevo escenario político electoral evidencia que la brecha entre los votantes de ambas ciudades se redujo a partir del 2009, tras la entrada en vigencia de la Constitución aprobada en Montecristi.
En el 2007, Guayaquil mantenía una ventaja de 110 742 electores sobre la capital, según datos oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE). En el próximo proceso, la diferencia es de apenas 22 481.
Analistas consultados coinciden en que este panorama ha restado a Guayaquil su peso electoral. Históricamente, la urbe porteña era considerada como el territorio que más votos aportaba, sobre todo en materia presidencial.
A pesar de que Guayaquil tiene un padrón electoral levemente mayor al de Quito, es la capital la que desde el 2009 pone más votos de entre los 221 cantones, porque el Puerto Principal registra un mayor ausentismo (ver gráfico).
Este cambio en el registro de votantes surgió como consecuencia de que la Constitución del 2008 dispuso el ingreso de nuevos actores electorales.
José Cabrera, consejero del CNE, recuerda que allí se dispuso el voto facultativo para jóvenes de entre 16 y 18 años, personal de la Policía y Fuerzas Armadas, y ciudadanos extranjeros que residen legalmente en el país. Esos segmentos, según Cabrera, han tenido más peso en Quito que en Guayaquil. La capital tuvo en su padrón, del 2009, 67 736 electores más que el Puerto Principal, lo que desde entonces acortó considerablemente la diferencia.
También pesaron los casos de movilización interna. Por ejemplo, en el 2009 hubo 60 876 cambios de domicilio electoral hacia Quito y 46 494 hacia Guayaquil.
Fernando Carrión, docente de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), señala que desde el 2007 en la capital se registró un fenómeno migratorio que se estimuló en los altos precios del petróleo en el Gobierno pasado. “Captó mayor población que Guayaquil, el resultado de eso es que hoy Quito tiene más población que Guayaquil”.
Fidel Márquez, analista económico y rector de la universidad Ecotec, coincide. Cree que hubo una atracción porque las principales fuentes del crecimiento económico en la última década giraron alrededor de las empresas públicas.
“El propio modelo que implementó el gobierno de la revolución ciudadana, que era basado en consumo público, incidió en ese crecimiento poblacional”, precisó.
Carrión añade que otro elemento fundamental en este nuevo escenario es que ambas ciudades empiezan a crecer hacia las periferias. “Crecen en las periferias con una gran diferencia. En el caso de Quito, el único cantón dentro del área metropolitana es Rumiñahui, Guayaquil crece hacia los cantones cercanos”.
En Guayaquil se ha registrado un éxodo hacia cantones vecinos como Daule, Samborondón y Durán, que aglutinan el crecimiento inmobiliario de Guayas. Quito, en cambio, se expandió hacia las parroquias rurales del Distrito Metropolitano, como Tumbaco, Calderón y los valles.
El consejero Cabrera explica que al organismo electoral le llamó la atención un elevado cambio de domicilios hacia la parroquia La Aurora, en Daule, vecino de Guayaquil. En marzo votarán ahí 24 080 ciudadanos, el año pasado había 14 744.
Esa situación obligó a coordinar visitas en las urbanizaciones para constatar que los ciudadanos efectivamente viven allí. El alcalde dauleño, Pedro Salazar, recuerda que hace una década la población de La Aurora era de 3 000 habitantes. Hoy llega a 90 000, repartidos en 56 conjuntos residenciales.
Anunziatta Valdez, de la Corporación Participación Ciudadana, apunta que hay dos segmentos de migrantes entre las dos ciudades. Dice que a Guayaquil llegan más ciudadanos con “economías deficitarias”, mientras que a Quito van personas con mejor nivel de preparación, lo que influye a la hora de decidir si se empadronan o no. Eso -dice-ha generado un impacto en la conformación de los padrones de las dos urbes.
Por ejemplo, la manabita Gabriela Gómez se empadronó en la parroquia Tumbaco, en Quito, para votar. En el 2014 se mudó por trabajo y –aclara– la mayoría de su familia escogió la capital para asentarse. “Prefiero evitar el viaje a Portoviejo, hay que optimizar el tiempo. Me vine hace cuatro años a Quito por temas laborales”.
Mientras, Andrés Aquino, oriundo de Santa Elena, prefiere no votar en Guayaquil pese a que tiene 10 años viviendo en la ciudad. “Las elecciones son una oportunidad para visitar a la familia”, anota.