Adrián Carpio (izq.), parte del equipo que llevó agua gratuitamente a Monte Sinaí. Hace dos años está en Interagua. Ana Díaz (centro) colabora hace 15 años en el Cabildo. Ayudó a coordinar el despliegue de brigadas médicas. Adriano Párraga (der.) y cuatro compañeros de Puerto Limpio laboraron a diario en recolección de desechos. Fotos: Mario Faustos / EL COMERCIO
La bitácora de Ana Díaz resume el apoyo solidario de Guayaquil. En sus páginas están anotadas las 500 cajas de mascarillas enviadas a Sucúa, los 40 concentradores de oxígeno para La Concordia, las 3 000 pruebas rápidas aplicadas a taxistas locales o las 80 000 dosis de medicinas y demás insumos que llegaron a Quito.
Desde la Dirección de Salud Municipal, esta enfermera ha ayudado a coordinar la distribución de donaciones dentro y fuera del cantón. Fue una tarea que asumió con entrega desde que la pandemia por covid-19 golpeó duramente a la ciudad.
A ella le dejó una herida difícil de sanar. “Viví una pesadilla. El 15 de abril falleció mi tía, mi madre de crianza; y el 21 murió mi mamá. Me pidieron tomar tres días de luto, pero en el primero sentí la voz de mi madre que me decía: ‘¿No piensas ir a trabajar?’. Tomé fuerzas y volví a mi labor para evitar que otros pasaran lo mismo”.
Superaron los miedos y resistieron el dolor. Se alejaron de los suyos para enfrentar con valentía los riesgos y cumplieron extenuantes jornadas para ayudar a desconocidos.
19 héroes urbanos, entre personas como Ana e instituciones, son galardonados este 25 de julio en una sesión conmemorativa por los 485 años de fundación de Guayaquil.
Ellos representan una nueva fundación, una fundación de esperanza como la ha denominado la alcaldesa porteña, Cynthia Viteri, tras contener el impacto del coronavirus.
Félix Sisalima aún recuerda las alertas de urgencias que sonaban una y otra vez en la radio de la Alfa 1, una de las 32 ambulancias del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil. El paramédico usualmente atendía 12 emergencias al día pero en el pico de la pandemia se triplicaron; muchas eran por casos de covid-19.
Pese a los cuidados, Sisalima no esquivó la enfermedad. “Estuve seis días en cuidados críticos. Por tres semanas me alejé, volví y aquí estamos, luchando, pidiendo a la ciudadanía que mantenga las medidas de bioseguridad”. Su vocación de servicio representa a la institución, que hoy es galardonada.
Los colegios de Médicos y Enfermeras del Guayas, la Asociación Ecuatoriana de Psicólogos, la Fuerza de Tarea Conjunta, la Policía y el Comité Especial de Emergencia por Coronavirus son las demás entidades reconocidas. A ellas se suman concejales, médicos y otros integrantes de las mesas de Salud y Humanitaria del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) cantonal.
El agente Miguel Gavilanes sigue cargando las cajas con víveres que la mesa Humanitaria distribuye en zonas populares. Pero la misión del 277 de la Policía Metropolitana se multiplicó en los días más críticos: vigiló el orden en mercados municipales y paradas de la Metrovía. Custodió a los viajeros que debían cumplir cuarentena, incluso trasladó cuerpos a los cementerios.
“Colaboramos en la repartición de los ataúdes de cartón y luego también en el levantamiento de cadáveres. Fue duro ver personas que habían fallecido hace cinco días y seguían en sus casas”, recuerda.
Ese rastro de muerte acompañó a Adriano Párraga en sus jornadas de recolección de desechos entre marzo y abril. A bordo de la unidad 110 del consorcio Puerto Limpio recorrió las desoladas calles del Guasmo, en el sur de la urbe, uno de los sectores más afectados.
“Era como pasar por un cementerio, con féretros abandonados en las veredas y colchones de los enfermos en las esquinas. Pero no dejamos de pelear. Nos equipamos con nuestros trajes de protección y no dejamos de trabajar ni un solo día”, relata otro de los héroes de Guayaquil.
Como él, Adrián Carpio amplió su jornada. Este colaborador de la concesionaria Interagua dejó por unos días la revisión de medidores para sumarse al equipo que se encargó del suministro gratuito de agua en el extenso sector de Monte Sinaí, en el noroeste, donde viven unas 28 000 familias.
Cada día, desde las 06:00, verificaba el recorrido de una flota de 40 tanqueros para abastecer las casas. “Nos alentaba ver la gratitud de la gente en medio de tanta necesidad”. Hoy recibirá una presea al mérito en nombre de sus 700 compañeros, que mantuvieron el trabajo de campo de la empresa de agua.
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