En Campo Eterno, en Parque de la Paz, es donde descansan los cuerpos trasladados por la Fuerza de Tarea. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Dos placas de mármol fueron talladas en su memoria. Tienen grabados los nombres de muchas personas que murieron en los meses más críticos de la pandemia por covid-19, en Guayaquil. Este homenaje se eleva sobre el césped que recubre a Jardines de Esperanza, un camposanto de 20 hectáreas ubicado en el norte de la ciudad.
“Es un espacio para que los familiares puedan venir y conectarse emocionalmente. Pero cuando las personas ven la cantidad de nombres, reaccionan; es también un llamado a cuidarse”, dice Gisella Quizhpe, gerenta de Servicios y Operaciones del lugar. 3 500 nombres han sido escritos.
En la ciudad y su zona de influencia hay 11 cementerios. Entre mediados de marzo e inicios de mayo, en el pico de la emergencia sanitaria, recibieron 13 121 cuerpos.
Quizhpe recuerda que pasaron de 12 sepulturas a 210 en uno de los días pico de la pandemia. El crematorio funcionó las 24 horas, alcanzando los 900 grados centígrados.
Tuvieron que destinar dos pisos de un gran edificio -cada uno con 1 750 bóvedas- para acelerar los entierros; esto fuera de otros espacios. La explosiva demanda obligó a acelerar los proyectos de infraestructura, que se retomaron en cuanto pudieron acceder a la compra de materiales de construcción.
En septiembre, Jardines de Esperanza colocó un memorial con los nombres de fallecidos entre marzo y abril. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Muchos no fueron despedidos por sus familias en una ceremonia, por lo que se esperaba una masiva concurrencia a los camposantos en el Día de los Difuntos. Pero la disposición de su cierre durante el feriado, para prevenir contagios, adelantó unas visitas y otras se aplazaron.
Con el anuncio, las medidas de bioseguridad se intensificaron. El uso de mascarillas es obligatorio. En los ingresos se toma la temperatura y se controla la desinfección de manos. El aforo,enalgunos,es del 30%.
A los cementerios municipales solían llegar cerca de 150 000 personas en un feriado como este. Pero Jorge Acaiturri, director de Acción Social de la Alcaldía, explica que las visitas siguen suspendidas y solo se permiten sepelios con hasta ocho personas y deben usar trajes de bioseguridad.
En medio de la pandemia, el Municipio construyó el camposanto Casuarina, en Monte Sinaí, donde 88 de sus 2 000 túmulos ya han sido ocupados. El cementerio Ángel María Canals, en el Suburbio, tiene 2 400 espacios disponibles. Y están en construcción otros 2 700 cuerpos de bóvedas y cerca de 900 nichos más.
El 21 de marzo, las inhumaciones en Guayaquil se dispararon, según los análisis del matemático Juan José Illingworth. El cantón registra, usualmente, 38 defunciones diarias. Ese sábado fueron 58.
La curva de muertes subió precipitadamente durante 17 días. Su descenso -hasta llegar de nuevo a cero por encima de lo normal- tomó otros 34 días.
“No se pudo determinar si todas las muertes fueron por covid-19, porque no hubo un claro registro; incluso se perdió la identidad de algunos cadáveres. Lo cierto es que, aun cuando hayan muerto por la falta de atención de otras enfermedades, no dejan de ser muertes por covid, al menos por consecuencia indirecta”, concluye Illingworth.
Dos pisos de uno de los edificios del camposanto Jardines de Esperanza fueron destinados a víctimas de la pandemia. Foto: Mario Fasutos / EL COMERCIO
Entre mayo y septiembre las estadísticas se normalizaron, aunque desde inicios de octubre se advierte un ligero aumento. Este es uno de los indicadores que llevó a retomar medidas para el feriado, como el cierre de los cementerios y otros sitios de concentración.
“No se puede hablar de una segunda ola, pero hay una subida de cinco muertes diarias por coronavirus, en promedio”, detalla el matemático.
Dos esculturas de ángeles custodian el denominado Campo Eterno. Bajo sus pies reposan los nombres de 1 092 víctimas de covid-19, trasladadas por la Fuerza de Tarea Conjunta, creada por el Gobierno, y ahora descansan en este espacio del camposanto Parque de la Paz, en Pascuales.
“Al inicio de la pandemia donamos cremaciones para quienes más lo necesitaban y luego donamos 101 bóvedas, porque pensamos que sería suficiente; luego vimos el volumen real de la emergencia”, recuerda Ricardo Muñoz, director comercial del camposanto.
El flujo de visitas ha ido en aumento desde el fin de semana anterior. Entre las medidas de control decidieron limitar el aforo a solo 400 personas en las 19 hectáreas de Pascuales. Las misas y un concierto de homenaje serán ahora virtuales.
Cementerio del Suburbio Angel Maria Canales recibe a más visitantes desde que comenzó la pandemia. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
El Cementerio Patrimonial, el más grande de la ciudad, ha llegado a reportar casi 600 000 visitas en el Día de los Difuntos. La Junta de Beneficencia, entidad a cargo del camposanto, también optó por cambiar la misa campal por una que será transmitida por Internet.
Aunque cerrados y en silencio, los cementerios serán bendecidos desde el aire. El lunes 2 de noviembre del 2020, monseñor Luis Cabrera tiene previsto recorrer la ciudad en un helicóptero. Será el quinto sobrevuelo que organiza la Arquidiócesis de Guayaquil desde el inicio de la pandemia.