Redacción Quito
La mezcla de aromas de café, bolones de verde, secos de carne, corvinas… llamó la atención de Elizabeth Puengay y Gonzalo Simbaña. Ellos caminaban ayer, a las 08:30, sobre las avenidas 10 de Agosto y Pérez Guerrero, en el centro norte.
La pareja buscaba un sitio para desayunar y encontró en esa intersección el lugar adecuado. Catorce locales donde se ofertan diversos platos típicos y un patio de comidas con mesones y sillas de madera están ubicados junto al puente del Guambra.
Los comerciantes
El patio de comidas del puente del Guambra se fundó el 16 de mayo de 1995. El Municipio los reubicó.
Algunos de los socios tenían sus negocios de comida en las afueras del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. Según los comerciantes, reciben hasta 2 000 visitantes diarios.Allí, la atención al cliente es lo que prima y Gonzalo Muñoz se esmera por tratar bien a los comensales que llegan a su local. Con su acento manaba atraía a la clientela. “Venga y pruebe la mejor comida. Aquí le atendemos de maravilla”, repetía mientras se movilizaba ágilmente entre las mesas dispuestas en ese espacio y acomodándose su sombrero montubio.
El manaba colorado, como lo conocen sus compañeros, contaba que prepara de todo. “Me encanta cocinar y lo hago bien. Ese es el secreto para que los clientes regresen por más”.
Los encocados, guatita, viche, sopa de mariscos, encebollados y secos de gallinas son los platillos que Muñoz ofrece a la clientela en su local denominado
Sabor Costeño El Manaba. Los precios de los platos varían desde USD 1,25 hasta USD 2,90. Él atiende su quiosco de lunes a sábado de 06:00 a 16:00.
Puengay y Simbaña se decidieron por ese local y probaron una corvina y un seco de pollo. La atención fue inmediata.
El ‘manaba colorado’ los acomodó en uno de los pocos espacios vacíos que quedaban ayer en el lugar. Una vez instalados tomó la orden y en seguida uno de los 15 empleados que trabaja con él atendió a la pareja.
En menos de cinco minutos, los humeantes platos estaban listos. La sal y el ají son al gusto, por lo que están sobre la mesa, al alcance de los comensales, entre los que ayer estaban policías, oficinistas, colegiales, estudiantes, obreros…
El patio de comidas es compartido por los 14 locales de comida. Ahí todos los propietarios aseguraron que se esmeran para que el sitio esté aseado.
La higiene, el buen servicio y sobre todo los módicos precios son lo que más le gusta de este sitio a Juan Rodríguez, estudiante universitario. “Lo mejor es venir a curarse del chuchaqui”. Para el joven de 22 años la receta para evitar la resaca es comer un encebollado acompañado de un jugo de borojó.
María Socorro Puín coincidió en que esta bebida es la adecuada para la resaca. Ella es la propietaria de uno de los negocios que ofertan jugos naturales. El sitio está abierto de lunes a sábado desde las 06:00.
La cuencana de nacimiento atiende en este lugar desde hace cuatro años. Para ella, preparar un producto de calidad es el secreto para que el lugar esté siempre lleno de comensales.
La mujer se levanta todos los días a las 04:00 para comprar las frutas en el mercado Mayorista, en el sur. “Aquí preparamos todo con productos frescos”, dijo mientras atendía a la decena de clientes que tenía en las mesas.
Los jarrones de jugos de mora, naranjilla, naranja, tomate de árbol se sirven uno tras otro. Es el complemento de los platos fuertes que se venden en el lugar, que permanece abarrotado.
Frente al local de Puín, está la Cafetería Rosita. Allí se disfruta del aroma a café y de infusiones desde las 07:00.
Fanny Cárdenas, propietaria del local ‘Cositas Ricas’, también abre su negocio de comida a esa hora, de lunes a sábado. Su especialidad son los caldos de gallina, llapingachos…
La mujer prepara los platillos desde las 03:00, en su domicilio, ubicado en San Juan. Cárdenas no lleva la cuenta de cuántos visitantes llegan a diario al lugar, pero “a todos los atendemos con una sonrisa”.
Para Puengay y Simbaña el buen trato es lo que los convenció para asegurar que volverán en otra ocasión.