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Un grupo ilegal armado incursionó en Buenos Aires, en Imbabura

Un grupo de policías vigila el ingreso a la pequeña población de Buenos Aires, en donde se explotan minas ilegales. Foto: EL COMERCIO

Un grupo de policías vigila el ingreso a la pequeña población de Buenos Aires, en donde se explotan minas ilegales. Foto: EL COMERCIO

Un grupo de policías vigila el ingreso a la pequeña población de Buenos Aires, en donde se explotan minas ilegales. Foto: EL COMERCIO

Información recopilada por agentes encubiertos muestra cómo nuevas mafias se tomaron el control de las minas ilegales que se explotan en Buenos Aires. Personal policial desplegado en esta pequeña parroquia rural de Imbabura sabe que hombres con armas de fuego deambulan libremente en el sector.

Los agentes siguen la pista de este grupo y los primeros reportes advierten que esta red delictiva está integrada por colombianos y ecuatorianos.

Todos ingresaron a Buenos Aires hace un mes. Campesinos de la localidad contaron a los investigadores que los armados recién llegados obligaron a los integrantes de la anterior estructura a abandonar de inmediato la zona.

Los pobladores hablaron con este Diario y también corroboraron esta información. Recordaron que los armados además dieron un ultimátum a las personas que delinquen.

Dijeron que aquellos que lo hagan deberán irse del pueblo antes de tomar represalias.

Uno de los campesinos contó que estos hombres permanecen en las minas y en el poblado. Visten de civil pero portan pistolas o revólveres.

Los policías han realizado operativos contra las bandas. En el poblado cercano de Lita, situado en la vía Ibarra-San Lorenzo, se descubrió un taller clandestino donde se fabricaban armas de fuego.

En el inmueble se hallaron 19 escopetas, nueve cartucheras, tres revólveres, una alimentadora de fusil y USD 4 000. Un hombre fue apresado.

Víctor Hugo Zárate, comandante de la Policía de Imbabura, aseguró que esa fábrica servía para abastecer de armas a grupos dedicados a la minería no autorizada en los sectores de Buenos Aires (Imbabura) y en El Cielito (Carchi).

Este armamento ingresa a los poblados clandestinamente, al igual que los taladros mecánicos que ahora se utilizan para extraer piedras con fragmentos de oro en las minas de Buenos Aires, según Fiscalía.

Hasta el año anterior, los mineros usaban picos y martillos. “Pero ahora se han tecnificado para acelerar el proceso de explotación del oro”, cuenta uno de los investigadores.

Explica que son organizaciones que asignan tareas específicas a cada trabajador. Unos extraen las rocas. Otros llenan con piedras auríferas los sacos de yute, calculando que tengan un peso promedio de 118 libras.

También hay personas que trasladan a hombros los bultos desde las minas hasta una especie de torres de madera, equipadas con poleas, por donde descienden los bultos hasta el pie de la montaña.

Los servicios de Inteligencia indicaron que a muchos de estos jornaleros los contratan en el parque principal de Buenos Aires y que de eso se encargan los intermediarios.

De esa manera se enroló a las 12 personas que fueron detenidas mientras trasportaban clandestinamente material aurífero a bordo de siete camionetas. Actualmente, todos enfrentan prisión preventiva.

Los procesados aseguraron que la carga tenía tres propietarios diferentes. La caravana fue sorprendida por una patrulla de las Fuerzas Armadas, que montó un puesto de control en el sector de Cahuasquí, en la vía Buenos Aires-Urcuquí.

Esta es una de las dos rutas que utilizan quienes intentan trasladar el material aurífero, para su procesamiento en los laboratorios del sur del país.

La vía Buenos Aires-Urcuquí es un camino de tercer orden, por el que solamente pueden circular vehículos livianos que tienen doble transmisión.

Mientras tanto, por la vía Buenos Aires-San Gerónimo-Salinas, que está en mejores condiciones, los agentes han descubierto principalmente camiones y volquetas llevando el material mineralizado.

Durante la audiencia de flagrancia que se desarrolló en la Fiscalía de Urcuquí, los 12 detenidos explicaron que son campesinos. Seis son de Carchi y seis, de Imbabura.

Uno de ellos relató ante las autoridades judiciales que llegaron a Buenos Aires porque unos amigos les comentaron que estaban contratando personal para realizar diversas actividades. También les dijeron que el pago era bueno.

A los responsables de cargar y descargar los bultos en los vehículos les pagan USD 5 por cada uno. Ellos suben hasta 10 sacos con rocas, en promedio. Eso les garantiza ingresos diarios de hasta USD 50.

Mientras tanto, los propietarios de las camionetas reciben entre USD 200 y 2 000 por movilizar las cargas, dependiendo de la cantidad y la distancia, explica un agente.

Otro dato que se rastrea es la presencia de bodegas clandestinas en el Chota, Pimampiro y Atuntaqui. La Policía indaga sobre un nuevo sistema de movilización de las rocas. Se conoce que el material que no se puede procesar directamente en Buenos Aires se está almacenando en esos sitios, para transportarlo en camiones por la noche, cuando hay menor control de los uniformados.

A pesar de las precauciones que toman los responsables de la movilización ilegal, las incautaciones ocurren casi a diario. En este año se ha confiscado 129 toneladas en Imbabura.