Reds. Política y Guayaquil
politica@elcomercio.com
La mañana del 21 de enero de 2000 comenzó con una confusa y atropellada sucesión de hechos insólitos.
El grupo de militares que custodiaba el Palacio Legislativo permitió la entrada de miles de indígenas de la Conaie que días antes habían llegado a Quito para protestar contra el gobierno de Jamil Mahuad y su política económica.
Cuando los manifestantes se tomaron la sede del Congreso, el entonces coronel del Ejército, Lucio Gutiérrez, junto con otros compañeros de armas escoltados por los indígenas, entró al salón principal, para desconocer al régimen de Mahuad y nombrar una Junta de Salvación Nacional.
Esta quedó integrada además por el entonces presidente de la Conaie, Antonio Vargas, y por el ex titular de la Corte Suprema, Carlos Solórzano.
Ese viernes, en el Palacio de Carondelet, el presidente Mahuad trataba de asimilar la magnitud del anuncio de Gutiérrez.
ARCHIVO DE EL COMERCIO: REVISE LAS PORTADAS
Para voltear las páginas con el mouse (FlashPageFlip)
O SI PREFIERE, DESCARGUE LAS PORTADAS
Portada del 23 de febrero de 2000
Portada del 24 de febrero de 2000
Portada del 25 de febrero de 2000
Portada del 26 de febrero de 2000
Portada del 27 de febrero de 2000
Portada del 28 de febrero de 2000
Mahuad vio su futuro en el pizarrón del Titanic…
Y el Mando cortó la hierba bajo los pies del Presidente
Y se habló de estirar la ley hasta el filo de la navaja…
Aquel 21, Jamil Mahuad rompió el libreto militar…
De cómo Mendoza tumbó al triunvirato e irrumpió Noboa
Su decisión de dolarizar la economía, que había tomado 12 días antes, no sirvió para calmar las tensiones políticas que se acumularon por los casi 18 meses que gobernó en medio de la peor crisis económica y sus cuestionadas decisiones. Mahuad reclamó al Alto Mando Militar por la insurreción. Pero, hacia las 15:00, el Presidente se había quedado solo.
Los golpistas marcharon hacia Carondelet. El general Carlos Mendoza, jefe del Comando Conjunto, tomó el lugar de Gutiérrez. Con ello, precipitó el fin del triunvirato. La mañana del 22, Gustavo Noboa asumió como presidente.
Este Diario recogió la visión de tres de los protagonistas de este golpe sobre cuánto ha cambiado el país en estos 10 años.
Tres protagonistas de la asonada
Wladimiro Álvarez/ Ministro de Gobierno de Jamil Mahuad
‘Continúan las viejas prácticas’
En enero de 2000 concurrieron una serie de circunstancias originadas por las difíciles condiciones económicas a las que estaba sometido el Estado, debido a la caída de los precios del petróleo. El presupuesto no se podía ejecutar y muchos sectores que dependen de él se encontraban impagos.
Como consecuencia, un golpe militar encabezado por el coronel Lucio Gutiérrez y otros compañeros de armas, parapetados detrás de unos cuantos dirigentes indígenas, dieron un golpe al Gobierno y a la democracia ecuatoriana.
Diez años después, y con una serie de gobiernos sucedidos, puedo ver que el sistema democrático y sus instituciones, lejos de fortalecerse, se han debilitado. Se ha eliminado la independencia de las otras funciones del Estado y se ha concentrado todo el poder en el Presidente de la República.
En esta década, los partidos políticos perdieron su imagen frente a la ciudadanía. Tampoco se han formado líderes que vayan asumiendo su responsabilidad en reemplazo de los anteriores dirigentes. La propia sociedad ecuatoriana se ha encargado de desprestigiar a la actividad política y a quienes han participado en ella.
El presidente Correa capitalizó esa satanización, pero en la práctica ha cogobernado con grupos de arrimados que mantienen las viejas prácticas y manías. La ciudadanía se está dando cuenta que ninguna de las propuestas de cambio se va cumpliendo. Existen actos de corrupción y los organismos de control no funcionan. Es posible que el pueblo haga sentir su rechazo.
Miguel Lluco / Director de Pachakutik y dirigente de la Conaie
‘Fuimos Gobierno mas no poder’
Los hechos del 21 de enero fueron una reacción social a la situación económica de la época. Se había decretado la dolarización; meses antes se dio la crisis bancaria y el congelamiento de los depósitos. A todo nivel se rechazaron los desaciertos del gobierno de Jamil Mahuad.
Por eso, debemos destacar la participación de la sociedad en esa caída, porque no nos quedamos solo en el lamento.
Lastimosamente, la situación económica no ha cambiado. Hemos venido de tumbo en tumbo estos 10 años, cuestionando a los gobiernos que siguieron a Mahuad.
Los mestizos siguen con la idea de manejar la economía sin tomar en cuenta la cultura milenaria de los indígenas. Y aunque en estos años nuestro movimiento se ha consolidado, no hemos podido encauzar nuestra acción. Lucio Gutiérrez traicionó la alianza. Los indígenas llegamos al Gobierno pero nunca tuvimos el poder.
Nuestra lucha se ha plasmado en las aspiraciones que recoge la nueva Constitución. En eso, el gobierno de Rafael Correa ha mostrado un cambio.
Los levantamiento de la Conaie también atravesaron por una crisis desde ese 21 de enero. Los políticos a los que cuestionábamos terminaron utilizando nuestra protesta en su beneficio. No podemos seguir siendo sus peones, por eso ha cambiado la protesta. Allí, cabe una autocrítica. Muchos dirigentes de la Conaie, como Antonio Vargas, no tuvieron solidez y cayeron en los apetitos personales. Eso nos afectó mucho.
Lucio Gutiérrez / Coronel del Ejército que dirigió la toma del Congreso
‘El desenlace pudo ser más grave’
En el balance final, reconozco como una de las acciones más maravillosas de la vida el haber actuado el 21 de enero de 2000. En ese episodio, renunciamos a nuestra carrera militar por la patria. Por ejemplo, a mí me asignaron en aquel tiempo ir de agregado militar a la
Embajada en Estados Unidos. No es fácil arriesgar esos privilegios y la tranquilidad familiar.
La situación de descontento que vivía el país pudo desencadenarse en algo mucho más sangriento y lamentable en cuanto a pérdidas humanas, si los militares -en lugar de unirnos a los indígenas-, los reprimíamos. La orden que recibimos fue terminante en contra de la gente que estaba protestando. Incluso, se dijo, que una vez agotadas todas las instancias se podía disparar. Así de drástica fue la orden que se
recibió.
Diez años después, la tensión ha regresado al país. Ahora existe demasiada persecución por parte del Primer Mandatario.
Los mandos militares se han sometido en exceso a este Gobierno y se ha perseguido a los pocos militares activos que participaron en la gesta heroica del 21 de enero.
Rafael Correa tiene que terminar su mandato, a pesar de que su gobierno es el peor de los últimos años. El pueblo tiene que derrotarlo en las urnas.
Claro que para hacerlo hay que cambiar a esa cueva de ladrones de votos en el Consejo Nacional Electoral. Correa copió muchas de las propuestas que teníamos como Gobierno (la nueva Constitución, auditar la deuda pública…) pero que a mí no me fue posible impulsarla por la oposición del Congreso. Yo sé que Correa y Alfredo Palacio conspiraron en mi contra.