Hablar de Goldman Sachs es hablar de una institución que lleva en el mundo 145 años y que ha estado vinculada a la élite financiera, empresarial y política de EE.UU. Y que desde su centro de operaciones en Nueva York, en pleno Wall Street, ha estirado sus brazos a todos los rincones del planeta.
Entre sus negocios está ofrecer asesoramiento, manejar inversiones o conceder préstamos a entes privados o públicos. En eso, Goldman Sachs no hace discriminaciones. Uno de sus clientes recientes es el Gobierno ecuatoriano, que negoció con este banco 466 000 onzas de sus reservas de oro por un derivado financiero que le rinde 0,85% anual. Esta operación con el metal le sirvió como garantía para un crédito de USD 400 millones, al 4,3% anual. Tras la operación, el Ministerio de Finanzas se refirió al banco como uno de los más fuertes del mundo.
El poder del banco no se limita a lo financiero, sino que llega a la esfera política, a tal punto que la Secretaría del Tesoro Norteamericano ha estado liderada en los últimos años por sus ejecutivos: Henry Paulson, Robert Rubin, Larry Summers y Timothy Geithner…
En este escenario, los escándalos no han estado ausentes de la historia de este gigante financiero, que hoy cuenta con una nómina de aproximadamente 35 000 empleados.
La bibliografía al respecto es amplia, con historias que cuentan en detalle cómo este banco estadounidense ha manejado los hilos financieros de empresas, e incluso países, hasta el punto de quebrarlos, según versiones oficiales.
Uno de los ejemplos más representativos es el libro de 320 páginas de Greg Smith, que relata la historia del porqué dejó de trabajar para Goldman Sachs. Publicado en marzo del 2012, y con ventas de más de tres millones de ejemplares, el libro hacía referencia a “la despiadada mentalidad del ‘toma el dinero y corre’ que hace unos años puso la economía mundial de rodillas”.
Smith se refería a la crisis financiera del 2008, cuya responsabilidad, según varias investigaciones en curso, apunta hacia la actuación de Goldman Sachs.
Desde el 2012 para acá, las observaciones han ido creciendo. Entre otras cosas, el banco estadounidense es señalado de haber provocado el colapso del sistema financiero mundial y beneficiarse de ello. Además, de haber ayudado a ocultar los problemas fiscales de Grecia, lo que le llevó a la quiebra.
Incluso se han rodado películas respecto a su polémico accionar.
Una de ellas es el filme ‘Mobius’ (2013), donde se responsabiliza a Goldman Sachs como el principal causante de la crisis hipotecaria mundial. Así, este banco le permitía a una persona obtener una casa con USD 1 400 de entrada, teniendo una hipoteca de USD 200 000. Y como ya tenía ese patrimonio era un buen sujeto para nuevos créditos. Así nació la crisis ‘subprime’, cuando la burbuja hipotecaria estalló.
La semana pasada, la cadena Al Jazeera relató en un programa de 47 minutos que desde el ‘crash’ de la bolsa, que se produjo el 15 de septiembre del 2008, el nombre de Goldman Sachs (GS) ha aparecido en el colapso del sistema financiero, en la crisis griega, en la caída del euro, y en la campaña para evitar que se regulen los mercados financieros.
“Hoy por hoy, GS está acusado de innumerables cargos, como de haber jugado un papel clave en el fiasco de los préstamos subprime, ‘empujando’ a varios de sus competidores a la quiebra; o de ayudar a países como Grecia a esconder su déficit antes de especular con su caída, lo que propició el desplome del euro e influyó directamente sobre el índice de precios al consumidor.
Pese a ello, GS es más poderoso que nunca”, señala Al Jazeera.
Y por eso ha llamado la atención que Ecuador haya decidido abrir su abanico de financistas a un banco con antecedentes polémicos que, precisamente, han sido cuestionadas por el actual Gobierno durante siete años.
Según el economista Andrés Romo, es necesario leer esta acción desde dos puntos de vista. El primero, desde el financiero: “El Gobierno requiere financiar la obra pública. Hasta cierto punto es lógico acudir a uno de los bancos que más poder tiene en el mundo actualmente. USD 400 millones para ellos es un pelo”.
El segundo es el político: “Hay contradicción o, al menos, se parece mucho. Por ejemplo, se aprobó una Ley de Hipotecas para evitar posibles prácticas de abuso por parte de la banca, como ocurrió con la burbuja hipotecaria en el 2008, pero se negocia un crédito con un banco que está siendo investigado por eso”, dice Romo.
En el extranjero, la transacción de Ecuador con GS generó sorpresa. Maxwell “Max” Keiser se refirió en duros términos a esa operación. Él es un estadounidense que mantiene un programa sobre finanzas y tiene otros espacios en London’s Resonance FM y The Huffington Post.
Keiser le comenta a Alasdair Macleod, especialista de Goldmoney.com, “Qué idiotas son en Ecuador, porque colaboran con GS para cambiar su oro por papel. Qué les pasa a los de Ecuador. ¿Se drogan? ¿Cuántos países se van a dejar engañar, como ocurrió con Grecia?”.
Macleod responde: “Ojalá estuvieran drogados. Es algo que carece de todo sentido. O están desesperados o se han dejado engañar por GS. Lo mínimo que debió hacer Ecuador es hablar antes con unos cuantos ministros de Economía”.
En contexto
A mediados de mayo de este año, el Gobierno ecuatoriano negoció alrededor de su mitad de reservas de oro a cambio de papeles que le rindan beneficios de entre USD 16 y 20 millones en tres años. Esta operación sirvió de respaldo para un crédito de USD 400 millones.