Copenhague. Agencias y Redacción Sociedad
Más de 1 300 millones de personas en Asia dependen de los glaciares del Himalaya para abastecerse en agua. Pero los expertos calculan que la velocidad alarmante con que se derriten corre el riesgo de provocar graves sequías en toda la región.
Los glaciares del Himalaya, una cordillera de 2 400 km de circunferencia que se extiende por Pakistán, India, China, Nepal y Bután, alimentan los nueve ríos más importantes de Asia, fuente de vida para la población asentada en las orillas de sus cauces.
Sin embargo, las temperaturas en la región aumentaron entre 0,15 y 0,6 grados centígrados cada 10 años desde hace tres décadas, acelerando a un ritmo alarmante el derretimiento de los glaciares.
En momentos en que los gobernantes del planeta se reúnen en Copenhague en la Cumbre Mundial sobre Cambio Climático, las asociaciones defensoras del medioambiente hacen sonar las alarmas. Según estas, “los científicos predicen la desaparición de la mayoría de los glaciares del Himalaya de aquí a 40 años a causa del cambio climático”, advierte Prashant Singh, responsable de la campaña El clima para la vida, de la organización medioambiental WWF.
Por eso advierte que “las negociaciones de Copenhague tendrán enormes repercusiones en la vida de centenares de millones de personas que viven junto a la desembocadura de los ríos que nacen del Himalaya, y que están ya en una gran pobreza”.
El Comité Intergubernamental sobre el cambio climático ha advertido que todos los glaciares podrían “desaparecer de aquí a 2035” y los expertos recalcan que los efectos del calentamiento del planeta pueden advertirse ya a simple vista en la región.
En Ecuador, el Cotopaxi ya perdió al menos el 30% de sus glaciares y el Antisana, en un 50%. En Bolivia, la Cordillera Real perdió más del 40% de su volumen entre 1975 y 2006.
A su vez los expertos anticipan que el riesgo que tienen poblaciones que están juntos a estos nevados es el de quedarse sin fuentes de abastecimiento de agua.
Un informe de la ONG Oxfam sobre Bolivia y cambio climático resalta que ese es uno de los grandes desafíos de Copenhague.
A su vez, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) lanzó ayer un “llamado a la acción” a la cumbre de Copenhague para que ayude a los agricultores del mundo a prepararse para las consecuencias del calentamiento climático.
“Esto no es un llamado desesperado, sino un llamado a la acción”, dijo Josette Sheeran, presidenta del PMA. La funcionaria pidió, a los participantes de la Cumbre sobre el clima, llegar a “un compromiso valiente y fuerte” para ayudar a las poblaciones vulnerables a superar los problemas relacionados con el cambio climático.
Recordando el punto alto de la crisis alimentaria de hace dos años, cuando prácticamente de un día al otro 150 millones de personas engrosaron las filas de los hambrientos, Sheeran advirtió que “las causas de la vulnerabilidad siguen presentes”. La presidenta del PMA prevé que la oferta alimentaria y los precios seguirán siendo volátiles en un futuro cercano.
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