En este gimnasio existen 96 máquinas puestas a disposición de la comunidad. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Alrededor de 800 personas acuden a diario al gimnasio gratuito que ofrece el parque Cumandá, ubicado en el suroriente de Quito.
En horas pico como las 07:00 o las 18:00 se registran incluso filas de usuarios que esperan ingresar para poder realizar una rutina de ejercicios en este espacio, que debe ser de al menos 1 hora y 45 minutos, de forma obligatoria.
Adriana Tamariz, coordinadora general del parque Cumandá, señala que existen 96 máquinas puestas a disposición de la comunidad, que se encuentran en perfectas condiciones y que constantemente están en mantenimiento para brindar un servicio de calidad a todos quienes hacen uso de este espacio.
Silvia Zumba, lleva dos años asistiendo regularmente al gimanio del Cumandá, ella vive en el sector de San Carlos, en el norte de Quito. Sin embargo, optó por ese espacio pues en su sector todos los gimnasios son pagados. “Aquí uno puede venir, hacer su rutina y no tiene costo. Para quienes no podemos pagar es una excelente opción“, comentó.
Mientras tanto Anibal Medina, quien vive en el sector de San Marcos, en el centro de la ciudad, señala que este gimnasio y las actividades deportivas que se pueden realizar en el Cumandá dieron un giro a la vida de los moradores del centro. “En el centro no ves gimnasios, ni lugares para hacer deporte, por eso creo que también mucha gente de barrios aledaños ha visto al Cumandá como una gran opción”, dijo.
En las dos salas en las que se realiza circuitos de baile como zumba, samurai o step, también se registra gran afluencia de personas. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
La administración del parque se encuentra trabajando en buscar una metodología que permita que más usuarios puedan acceder a estas instalaciones. “En la anterior administración se había carnetizado a los usuarios, pero ahora estamos pensado recarnetizar y crear un sistema en donde las personas debe elegir un horario fijo y días fijos, tal como se hace en un lugar pagado, para así permitir que otras personas también puedan gozar de estos servicios”, indicó Tamariz.
En las dos salas en las que se realiza circuitos de baile como zumba, samurai o step, también se registra gran afluencia de personas. Allí en cambio, los guaridas reparten un ticket a quien se encuentra en la fila para permitir un ingreso ordenado a las clases.
“No me cuesta mucho esperar, lo que es feo es que mucha gente guarda puestos o no respeta la fila para ingresar. Pero sigo viniendo porque es una forma de liberarme del estrés”, señaló Paola León, quien acude a clases de baile tres veces por semana.
Pero Tamariz recalca que no solo las áreas deportivas son las fortalezas del parque. Hace énfasis en los eventos culturales que allí se realizan e invita a la comunidad a empoderarse de estas actividades.