El jueves ante una numerosa concurrencia, el Banco Mundial presentó en la Flacso su Informe sobre el Desarrollo Mundial. Se proyectó un video, uno de sus expertos lo explicó, otro lo aterrizó al hemisferio. Fuimos dos comentaristas.
El BIRF enfoca el desarrollo desde la óptica de la geografía económica. Destaca tres factores para el desarrollo: densidad, distancia y división.
El desarrollo se favorece en la medida que:
– Exista densidad en las urbes: población, infraestructura, producción. Tokio concentra gran parte de la población y el PIB japoneses;
– Se acorten las distancias con los principales mercados. El norte de México, cerca de los EE.UU., es más próspero que el sur;
– Se reduzcan las divisiones y haya mayor mercado. No por algo Brasil tiene mayor desarrollo que los andinos.
El enfoque calza con lo que propone Michael Porter para crear ventajas competitivas. También refleja la estrategia de desarrollo de China.
Ver la economía desde la geografía es muy provechoso, aunque en las decisiones de políticas entran otras consideraciones, no solo el desarrollo. Las políticas que impulsa este Gobierno y que consagra la Constitución de Montecristi se contraponen radicalmente a lo que sugiere la geografía económica:
– La búsqueda de la densidad urbana resulta en la reducción de la población rural, permitiendo conformar unidades productivas más grandes y eficientes. Es lo que ha pasado en Bolivia, Paraguay, Brasil y Argentina, gran productora de soya.
En el Ecuador, bajo el principio de seguridad alimentaria, limitamos el tamaño de las unidades productivas, favorecemos la producción para el autoconsumo familiar, no tanto para abastecer el mercado, y el cultivo en función de lo que consumimos, no de aquello en que somos competitivos.
– Acortando distancias se busca el acercamiento a los grandes mercados. Pero nosotros rechazamos el acceso preferencial a los mercados de la Unión Europea y los EE.UU. mediante TLC, y buscamos acercarnos a Venezuela, Cuba, los microestados caribeños e Irán, de los cuales solo Venezuela es mediano importador (y pésimo pagador) de lo que exportamos.
– Romper divisiones para favorecer la circulación de bienes. Pero son Venezuela y Cuba a quien buscamos, alejándonos de Perú y Colombia. Lima tiene un TLC con Washington, Bogotá solo espera la ratificación del Senado de EE.UU. No seguir este camino nos corta el paso a suministrar insumos y partes para los bienes que esos países produzcan.
Muchos deberán ser los beneficios del socialismo del siglo XXI para que desestimemos tan olímpicamente las lecciones de la geografía económica.