Las columnas de ceniza y vapor que emana el volcán Reventador alcanzan hasta los 1000 metros de altura. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO
Desde el 2002, el volcán Reventador no ha cesado en su constante actividad eruptiva. Las emisiones de columnas de ceniza, como las que se observaron este viernes 17 de julio del 2020, se han registrado de forma permanente.
Patricio Ramón, geólogo del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, explica cómo es el comportamiento del Reventador. Este volcán se caracteriza por la generación de explosiones y la emisión de columnas de ceniza. Así se ha mostrado durante estos últimos 18 años, desde que se reactivó el 3 de noviembre del 2002.
Ese día, el volcán tuvo una explosión, que generó una columna de ceniza de 16 a 17 kilómetros de altura sobre el nivel del cráter y se dirigió hacia el occidente y cubrió la ciudad de Quito. El Reventador está ubicado a aproximadamente 90 kilómetros de la capital.
En la mañana de este viernes 17 de julio se registraron explosiones y emisiones de ceniza, que no representan riesgos, debido a su poco alcance. Las columnas de ceniza no tienen más de 1 000 metros de altura sobre el nivel del cráter y tampoco existe una gran cantidad de material volcánico para dirigirse hacia las zonas pobladas.
La ceniza se esparce y se queda en el área del volcán, donde no existen asentamientos humanos.
Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
“Su altura (la columna) es pequeña y no sobrepasa la Cordillera de los Andes”, dice Ramón. Esto significa que la ceniza no alcanza a llegar a Quito, por ejemplo.
En el último reporte del Geofísico, del jueves 16 de julio, se informa que en las últimas 24 horas se han observado varias emisiones que bordearon las alturas desde los 600 hasta los 1 000 metros sobre el nivel del cráter.
Según el Geofísico, la ceniza del Reventador se queda en las zonas aledañas al volcán y no afecta a poblados. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO
Las emisiones de ceniza del volcán Reventador son distintas a las del Sangay, indica Ramón.
En el Sangay, las explosiones son más energéticas y fuertes, por lo que las columnas de ceniza tienen la fuerza –con ayuda de la dirección de los vientos- para llegar a zonas habitadas de Chimborazo, como ocurrió en junio.