Las piezas electrónicas también son reciclables

Nate sunditinus esti officillori qui corpor accum aut alit optas dolum

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El 95% de componentes de una computadora se puede reciclar. Entre estos están: el disco duro, la memoria, la tarjeta madre y su alambrado de oro y plata. El mismo porcentaje también puede ser reutilizado de aparatos eléctricos y electrónicos.

Uno de los sitios en donde van a parar las computadoras en desuso es Proyección Futura, ubicada en Puembo, a una hora de Quito. Ahí se recicla vidrio, papel, cartón, llantas y todo tipo de residuo electrónico. El galpón en donde opera desde el 2006 fue montado con el 50% de material reciclado.

René Quishpe es uno de los que desarma los aparatos electrónicos, como los extintos VHS (Video Home System), que fueron reemplazados por los DVD. El joven separa en unas cubetas, el plástico, el metal y las tarjetas del aparato. "Más del 80% del peso de un aparato electrónico se compone de vidrio, plástico, acero y aluminio", explicó el supervisor del lugar, Pablo Macías.

Las tarjetas madre de las computadoras y otros elementos electrónicos se exportan hacia una planta de procesamiento en EE.UU. y Canadá, en donde se realiza la extracción de metales ferrosos, no ferrosos y preciosos.

Este tipo de aparatos se encuentran en las bolsas de basura que dejan los quiteños fuera de sus casas; los gestores ambientales los recolectan y los llevan hasta el Centro de Gestión Ambiental Manuela Sáenz, que funciona en la exterminal terrestre Cumandá, en el Centro.

Una vez que los desechos electrónicos llegan son clasificados, según sus componentes. 20 trabajadores, entre hombres y mujeres, vestidos con delantales azules y gorras separan lo recolectado, de 09:00 a 12:00 y en la tarde recolectan.

Carlos Sopa, de 64 años y de estos 50 años los ha dedicado a recolectar basura, se encarga de sacar metales. Sentado sobre un pedazo de adoquín, usa un destornillador para extraer el cobre de un motor de una aspiradora.

Cerca del mediodía sale todo lo recolectado y debidamente clasificado en un camión para la venta en empresas que trabajan con acero, madera, etc. Cada material se vende por peso y por impureza. Por la tonelada de aluminio se obtiene hasta USD 500, por el acero, en cambio, entre USD 250 y 280.

Cuando no se puede separar los componentes de un residuo tecnológico este baja de precio en un 10%. Un dispensador de agua, por ejemplo, tiene plástico y metal, pero no es posible aislarlo. La opción es venderlo como chatarra.

Tanto los aparatos electrónicos como eléctricos no necesariamente terminan en el tacho de basura, hay quienes dan rienda suelta a su creatividad para reutilizarlos. Juliana Revelo, una joven guayaquileña, usó parte de su refrigeradora quemada como un mueble para guardar zapatos. "La parte de las varillas las saqué y las dejé en un centro de acopio".

Cuando los aparatos cumplen su vida útil el usuario tiene tres vías: mandarlos a arreglar, botarlos o darles otro uso.

La primera opción puede resultar más costosa que comprar uno nuevo. Un microondas de USD 150, con una falla eléctrica demanda un repuesto, que puede estar entre USD 75 y 90, dependiendo la marca.

Si se decide por desecharlos lo mejor es enviarlos a un centro de acopio y si opta por dejarlo en la casa asegúrese de que no tenga elementos tóxicos para el ambiente.

La parte metálica de la refrigeradora de Revelo terminó en Inercia, una empresa que en el 2012 inauguró la primera planta del país para la recolección y desensamblaje de equipos electrónicos en desuso.

En el Centro Cultural La Cuchara de San Marcos, en el Centro, utilizan las cafeteras viejas de aluminio, como macetas para las plantas.

Xavier Ycaza, gerente de Intercia, indica que todo lo que es chatarra ferrosa (varillas, armazones de cocinas, lavadoras, etc.) y metales como aluminio, cobre, acero, entre otros son materia prima para la industria local. La planta cuenta con una capacidad de procesamiento de 24 000 toneladas al año".

Ycaza al igual que Macías sostienen que los residuos tienen componentes tóxicos como el mercurio y el litio que son perjudiciales para el ambiente (rellenos sanitarios, ríos, esteros, mares) y para la salud del ser humano. En Ecuador no hay la tecnología para separar este tipo de tóxicos, por lo que se envía al extranjero.

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