Los aficionados de fútbol son capaces de faltar a una reunión familiar por un partido de su equipo, viajar horas para ver un cotejo o perseguir a sus ídolos por un autógrafo.
Pero pocos tienen la opción de acudir a un Mundial.
Uno de los que pertenece a ese grupo es Darío Ávila, empresario quiteño, de 66 años, y expresidente de LDU. Él estuvo en 11 mundiales como hincha desde 1970. “Solo he ido a 11 y ahora iré al duodécimo”, reitera con una sonrisa pícara en su oficina en la que conserva los balones en miniatura de todos estos torneos.
Entre 1970 y el 2010, Ávila viajó con amigos, familiares y conocidos para ver a las selecciones del mundo y a la Tricolor (Corea-Japón 2002 y Alemania 2006). Él vio miles de jugadores, pero para él ningún otro igualó al brasileño Pelé ni siquiera el argentino Diego Maradona en estos mundiales.
Todo empezó en 1966. Ávila y su amigo Bernardo Wright prometieron acudir a todas las citas mundialistas y empezaron el periplo en México 1970. Su amigo falleció, pero Ávila intenta cumplir la promesa. Por esto, viajará a Brasil con su esposa María de Lourdes Veintimilla, sus hijos Andrés y María Paz y sus nietos Martín, Juan y Samuel.
Él no se puede perder ninguno de esos torneos porque -advierte- sería imperdonable ausentarse de estos campeonatos en los que ha pasado sustos y alegrías como ocurrió en el Mundial de Alemania 2006.
En las gradas del estadio de Gelserkinchen, tras la victoria 2-0 de Ecuador sobre Polonia, vio a unas 200 personas emocionadas y no pudo evitar derramar lágrimas.
Tampoco olvida la visita que hizo a su compadre Néicer Reasco en Bad Kisingen. El entonces seleccionado le regaló la camiseta del 2006.
Pero también se llevó sustos en ese torneo. Recuerda que un día fue a un restaurante y se olvidó una billetera con USD 34 000 euros y 200 entradas de sus amigos y conocidos. Al otro día fue al lugar y recuperó todo. “Se vive eso y mucho más. Un Mundial es indescriptible”.
Otros de los que se ha recorrido los mundiales con la Tricolor es Édgar Jácome. Él es un empresario que en cada ciudad compra ‘souvenirs’ para coleccionarlos y luego ponerlos en su domicilio. “Uno vive decenas de experiencias…Talvez escriba un libro”.
En bus al Mundial de 1970
Pasaron 42 años y Víctor Hugo Acuña aún recuerda el viaje que realizó al Mundial de México de 1970. Ese año, decidió reunirse con sus primos para cumplir un sueño que parecía complicado: ir a la Copa Mundo en autobús.
La travesía comenzó en Quito en un bus de la compañía Ruta de los Cóndores. El traslado llegó hasta Panamá, país en el cual hubo complicaciones para pasar. Acuña no pudo continuar la ruta terrestre y, desde ese país, tomó un vuelo para llegar a México. El recorrido duró seis días.
Acuña quedó impresionado por su aventura y repitió sus travesías para los mundiales de Alemania 1974 y Argentina 1978, pero en esta ocasión ya lo hizo entre aviones y autobuses. “En ninguno de estos países pude dormir. En las calles siempre había festejos”.
Una de esas celebraciones ocurrió en Buenos Aires. Tras la victoria de ‘La Albiceleste’ sobre Holanda, Acuña y sus amigos intentaron tomar un bus desde Núñez para trasladarse al sector de Florida, pero no lo lograron. Por las celebraciones, tardaron cerca de cuatro horas en hacer el viaje.
Pero no todo fue alegría. El quiteño intentó buscar a sus amigos de viajes mundialistas la última semana y se enteró que algunos de ellos, como Hugo Cortez, ya fallecieron. Pese a este, el aficionado emprenderá el viaje a Brasil para ver a la Tricolor y así completar su cuarto Mundial de Fútbol.