Era un pensamiento absurdo. Álex Cisneros lo sabía pero cuestionaba sus propias razones. No se refería solo a la idea de hacer una película sin calendarios, con un equipo muy reducido y un escaso presupuesto.
Hablaba de la vez que analizaba las probabilidades de sobrevivir si se aventaba desde la terraza de un edificio hacia las ramas de un frondoso árbol.
La inusual anécdota es parte de los rasgos autobiográficos que alimentaron y se adaptaron al guión de ‘A estas alturas de la vida’, el primer largometraje que dirigió junto a su amigo y colega Manuel Calisto.
A tres años de haber concluido el rodaje, luego de una inesperada pausa impuesta por la muerte de Calisto, durante un asalto en su casa, la cinta se estrena en cines este viernes.
Luego de varias incursiones en el cine y en el teatro, Cisneros y Calisto decidieron aprovechar su afinidad creativa. Así pusieron en marcha un proyecto conjunto en el que llegan a exponer parte de su irreverencia, su ingenio y hasta de su inconformidad en una narrativa propia, sin pretensiones pero honesta en sus bases.
La historia de dos amigos que se dedican a observar a la gente con un telescopio desde la terraza de un condominio para pasar el tiempo y que entre charlas y anécdotas buscan algo que motive un cambio en sus vidas, primero estuvo pensada como una obra de teatro.
Pero los realizadores ecuatorianos fueron más ambiciosos y la transcribieron a formato de cine. No conformes con ello, también decidieron asumir los papeles protagónicos.
Así Calisto se convirtió en Martín, un burócrata con una carrera estancada pero que no pierde la esperanza de llegar a cumplir sus metas. Cisneros, por su parte, es Daniel, un tipo descomplicado, mujeriego y sin aspiraciones a largo plazo.
Dos personajes que se contraponen entre sí para llevar adelante una inagotable conversación que cuestiona el estado de bienestar, el sentido de los afectos y su función en una sociedad cada vez más individualista, superficial y deshumanizada.
Un diálogo en el que la ironía y el sarcasmo marcan el protagonismo. “El humor negro que se trata en la película parte de nuestro gusto personal por el cine clásico y las viejas series de televisión”.
Cine como el de Hitchcock influyó tanto en el diseño musical como en la propuesta visual, pues la película fue rodada en blanco y negro, con imágenes que se destacan por su buena calidad de contrastes y composición, con la colaboración de Simón Brauer, en la dirección de fotografía. Es, además, un formato con el que ambos realizadores tuvieron mucha afinidad.
Cisneros explica que la imagen en blanco y negro facilita el manejo de ciertos elementos propios del suspenso y evita que el espectador se distraiga con los colores y le preste más atención a los diálogos.
Así, con la atención dirigida al oído también se puede descubrir a la ciudad y sus ruidos invadiendo poco a poco el espacio ‘privado’ que ocupan los protagonistas.
“Tuvimos que adaptar el guión para incorporar los sonidos de la ciudad al rodaje”, comenta Cisneros sobre los aviones, herramientas de construcción, vehículos, alarmas, sirenas que rodeaban la locación principal.
Pero, además, entre ese juego de planos sonoros dirigidos por Diego Rodríguez, en el diseño de sonido, también se revela la música de Guzler, elevando la tensión o aliviando el ambiente en momentos oportunos. Para Cisneros, la combinación de sonidos clásicos y modernos se adecuó eficientemente a la narrativa propuesta en la imagen.
Con las copias digitales de la cinta listas para proyectarse al público, Cisneros ha descubierto que tal vez no importe cuán absurda sea una idea sino que para dar el gran salto hay que dar un primer paso.
‘A estas alturas de la vida’ se estrena el viernes 23 de mayo. Primero se exhibirá en Quito y luego en Cuenca, Guayaquil y otras ciudades.
La cinta codirigida por Manuel Calisto y Álex Cisneros participa en la Competencia Latinoamericana del Festival de Cine de Mar del Plata.
Los protagonistas de la cinta ecuatoriana son Manuel Calisto, Álex Cisneros y Sonia Valdez.