Hamburgo/Teherán, DPA
La policía de Irán empleó gas lacrimógeno y realizó disparos al aire para dispersar una concentración de varios cientos de manifestantes en Teherán, según informaciones de círculos próximos a los estudiantes, que indican además que hubo varias detenciones.
La manifestación había sido convocada en recuerdo del décimo aniversario del levantamiento estudiantil contra el régimen islámico en Irán de 1999. La marcha era en parte para recordar los disturbios de entonces y su sofocamiento.
A su vez, los manifestantes querían llamar la atención de nuevo por el supuesto fraude en las elecciones presidenciales del 12 de junio.
Los manifestantes fueron dispersados al principio, pero posteriormente se agruparon gritando “muerte al dictador”. No hubo enfrentamientos de relevancia.
Un amplio despliegue de fuerzas policiales y antidisturbios están desplegadas en todas las calles que desembocan en la universidad y la cercana Plaza de la Revolución, en el centro de la capital.
Los efectivos impidieron a los manifestantes que se congregaran ni siquiera en grupos pequeños, indicaron testigos.
A los viandantes la policía les instó a dejar el área y les advirtió que les pegaría con bastones si no cumplían la orden, relató un testigo.
Antes, la oficina del gobernador de Teherán había advertido que iba a hacer frente a cualquier manifestación, ya que el Ministerio del Interior no había dado el permiso correspondiente.
Los grupos opositores en Irán planearon para hoy iniciar una nueva forma de protesta en la que se busca no provocar ni a la policía ni a los seguidores del presidente Ahmadineyad.
En varios mensajes de Internet, en su mayoría en respaldo del líder opositor Mir-Hossein Moussavi, se convoca a manifestaciones silenciosas en todo el país con motivo del décimo aniversario de las protestas estudiantiles.
El objetivo era reunirse en varias áreas para impedir que les persiga la policía y la milicia pro Ahmadineyad.
Los organizadores pidieron a los manifestantes que marcharan en silencio por varios distritos, que no portaran pancartas ni luciesen nada verde, que les identificaría como seguidores de Mussavi.
Sólo debían de vez en cuando hacer con la mano la señal de victoria. Moussavi pidió en varias ocasiones a sus seguidores que sigan manifestándose pero que no violen ninguna ley para impedir más muertes.
Según cifras oficiales, en las multitudinarias protestas que siguieron a las elecciones presidenciales, murieron 20 manifestantes y ocho milicianos pro Ahmadineyad, declarado oficialmente vencedor por abultada mayoría de los comicios.