El gas a domicilio se encarece por tres razones

En el conjunto Fontana, en el norte de Quito, la persona que entrega el tanque de gas debe subir caminando al tercer piso. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

En el conjunto Fontana, en el norte de Quito, la persona que entrega el tanque de gas debe subir caminando al tercer piso. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

En el conjunto Fontana, en el norte de Quito, la persona que entrega el tanque de gas debe subir caminando al tercer piso. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Los dos tanques de gas están llenos. Aníbal Flores toma uno en cada mano, se los lleva al hombro y empieza el ascenso. Sube cinco pisos, entra a un departamento, pasa la sala, el comedor y llega a la cocina. Allí deposita con apuro los cilindros en el suelo.

Conecta uno a la manguera, toma dos vacíos y vuelve a bajar las estrechas 70 gradas. Todo en tres minutos. La misma dinámica la repite hasta 20 veces y por cada servicio recibe USD 3,75.Él es uno de los cinco repartidores que trabaja en el sector de San Carlos, norte de la capital. Uno de los lugares donde el tanque de GLP supera el precio ‘estándar’ de USD 3,25 que se maneja en el resto de la ciudad.

En esta zona, en la década de los 70, se levantaron edificios de hasta cinco pisos pero no cuentan con ascensor. Aníbal, quien trabaja estriando cilindros desde hace 20 años, cuenta que la principal razón para que el precio se eleve es el tener que subir más de tres pisos cargando las unidades.

Toma hasta cuatro veces más tiempo y es difícil. Su cuerpo lo delata: suda y las venas de sus brazos saltan durante y después de la entrega.

En Carcelén, norte de la ciudad, se puede encontrar el servicio desde los USD 3,25, hasta los 3,75. Todo depende del distribuidor y de las características del lugar donde deba ser la entrega. Margarita Armijos, por ejemplo, vive desde hace cuatro años en el tercer piso de una casa cerca al parque central. En su familia comprar el gas es una de las tareas que se asignan a sus hijos de 17 y 19 años. Antes, compraba el cilindro a un camión, hoy lo hace en la distribuidora. En su casa vive su familia y la de su hermana. Debe comprar dos tanques de gas cada 15 días.

Antes gastaban cerca de USD 15. Hoy, hasta USD 6,40. Ahorra más de la mitad. Margarita asegura que tener tres hombres en su vivienda es una ayuda. Le parece excesivo el costo por llevar el gas a su casa.

Para Hernán Orbea, urbanista, ese problema se centra en sectores antiguos de la urbe que fueron construidos entre los años 60 y la primera década del 2 000, como Miraflores, Luluncoto, San Carlos, La Floresta, El Pintado, La Gasca y Carcelén… Los edificios modernos de las avenidas Eloy Alfaro, De la República, De los Shyris cuentan con sistemas de gas centralizado.

En Quito se distribuyen al día unos 45 000 tanques de GLP, según la Agencia de Regulación y Control Hidrocarburífero (ARCH). El Cuerpo de Bomberos de Quito entregó en este año 355 permisos a camiones distribuidores de gas.

La segunda razón por la que se encarece la entrega de gas es vivir en barrios con vías en mal estado. Eso ocurre en parte del barrio Bellavista, en Calderón. Cecilia Gaybor paga USD 3, 50 por cada unidad.

Pero ha llegado a cancelar hasta USD 4. Cuenta que el problema se da porque los distribuidores prefieren dejar los cilindros a los restaurantes y galpones de la zona donde se crían pollos (quienes deberían comprar gas industrial), en lugar de a las viviendas. Cuando no puede adquirir una unidad, no le queda más que cocinar con leña o con carbón.

En Santa María, por ejemplo, en el noroccidente, las casas parecen estar regadas sobre una montaña. Las vías de tierra que en invierno se vuelven intransitables son un problema para los camiones. Por llevar un tanque, cobran hasta USD 3,75
Carlos Flores, dueño de un camión distribuidor, cuenta que cuando el estado de la vía es malo, el camión se daña y arreglarlo es costoso. Cada día pone USD 6 de combustible y recorre 50 km. Si la distancia es mayor, consume incluso más sus llantas. Además debe pagar el sueldo de su empleado.

Por esta razón, Marcia Rivas prefiere pedir a su hermano el auto para comprar el gas en la distribuidora. Pagar más del doble le parece excesivo.

Hay datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) que revelan que mientras las viviendas se ubican más alejadas del centro de la ciudad, menos gas utilizan. Eso se debe a la dificultad que hay para acceder al servicio.

A nivel de Pichincha, el 96,08% de la población tiene gas en casa, pero mientras más alejada la parroquia, más problema tienen los pobladores para conseguir el cilindro; es decir, la lejanía es la tercera causa. En Nono, por ejemplo, un cilindro de gas puede costar hasta USD 4. Rolando Hipo, vocal de este Gobierno Autónomo Descentralizado, cuenta que el argumento de los distribuidores es que deben llevar el producto desde Quito, para lo cual deben contratar camiones y eso genera costos adicionales. En esa parroquia rural, el 74% de la población adquiere el servicio, el resto cocina con leña. En parroquias como Minas, Lloa, Chavezpamba y Atahualpa, la situación es similar.

Según el Decreto Ejecutivo 338, el precio de venta de gas en los locales de distribución es de USD 1,60; este texto no hace referencia al costo de entrega del tanque a domicilio. El precio es de mutuo acuerdo entre el distribuidor y el consumidor.

Depende del servicio que den. Mientras más pisos, o mejor servicio, el costo puede elevarse. También, se toma en cuenta el horario de entrega.

En sectores como La Vicentina, La Tola, El Pintado, Miraflores, Granda Centeno y otros de la ciudad se lo vende en tiendas hasta en USD 4, en promedio.

En contexto

Los controles para verificar que se cumpla con la venta del cilindro de gas licuado de petróleo de 15 kilos se concentran en los locales de distribución; pero no contempla a quienes realizan la entrega de este combustible a domicilio.

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