Luciano Taco revisa uno de los dos generadores de energía que están instalados en el relleno sanitario de El Inga. Foto: Alfredo Lagla/El Comercio
Un olor similar al de naranjas podridas cubre la atmósfera del relleno sanitario de El Inga. El vaho es biogás que se genera por la descomposición de la basura. En este año entrará en funcionamiento la nueva planta que la transformará en energía eléctrica.
En la localidad rural, ubicada en el nororiente del Distrito, hay mal olor. Cuando la gente se acerca al relleno sube las ventanas de los vehículos y las personas se protegen las vías respiratorias. En el costado norte del relleno existe una antorcha gigante y dos estructuras verdes.
Son parte de la planta de generación eléctrica que fue planificada en el 2008, pero que se construyó en el último año. El objetivo es que procese el gas que se genera por la descomposición y lo transforme en energía eléctrica con una capacidad para abastecer a 3 500 viviendas.
La Empresa de Gestión de Residuos Sólidos (Emgirs) del Municipio ya realizó las pruebas de funcionamiento. Se prevé que en los próximos días se la inaugure.
La planta recibe dos tubos de plástico negro que provienen de válvulas reguladoras que están ubicadas en siete cubetos del relleno. En cada válvula se conectan mangueras más pequeñas que son las que extraen el gas desde el fondo de las montañas de basura que han generado los quiteños desde el 2003, cuando empezó la operación en este lugar.
Al pasar por los chaquiñanes que existen entre cubetos, el olor es insoportable. Para quienes no están acostumbrados, el vómito es una reacción natural. Unas chimeneas de asbesto y de plástico sobresalen de la tierra que cubre la basura. Son los extremos de unos tubos que alcanzan los 20 metros de profundidad y que extraen el gas de las profundidades.
En casi la totalidad de rellenos y basureros de Sudamérica se quema el biogás. Esta también era la práctica en El Inga hasta este año. Así se transformaba componentes altamente contaminantes como el metano en CO2.
Luciano Taco, gerente de Gas Green, empresa encargada de la implementación del sistema, explicó que una tonelada de metano equivale a 24 de CO2. Por eso, una planta que transforme el metano en electricidad contribuye a disminuir la contaminación.
Él realizó en noviembre pasado las pruebas de funcionamiento de los dos generadores que serán capaces de producir dos megavatios por hora.
Las mangueras y válvulas forman una extensa red dispuesta por encima de los cubetos. Los conductores operan con cuidado las retroexcavadoras y los tráileres que traen la basura para no afectar el sistema.
Los moradores del sector todavía tienen dudas sobre la aplicación de este servicio. José Moncayo, presidente del barrio San José, es escéptico.
Él señaló que con la operación del relleno sanitario el valor de los terrenos bajó ostensiblemente. Además, dijo que tienen problemas con ratas. “Con esta planta de energía deberían darnos obras adicionales para compensar todos los daños que trae el relleno”, sostuvo. Otra de las inquietudes del dirigente es si la energía producida los beneficiará directamente.
El gerente de la Emgirs, Luis Mayorga, dijo que los megavatios irán al sistema interconectado del país. “Venderemos esa energía al Estado”. Esta es una de las propuestas para hacer de Quito una ciudad autosustentable.
Según el proyecto, la reserva de gas que hay en el relleno permitirá la mayor explotación durante los próximos 15 años. De ahí, disminuirá paulatinamente. “Tenemos gas hasta para 100 años y podemos explotarlos”, sostuvo.
El proyecto de generación de energía eléctrica tiene un costo total de USD 8 millones. Para este año se espera implementar ocho generadores más para aumentar la producción. El presupuesto está aprobado.
Cuando se entube todo el gas se podrá bajar en parte el nauseabundo olor que hay en el ambiente. Está calculado que
1 200 000 toneladas se dejen de emitir hacia la atmósfera cada año. Esta cantidad se puede comparar a la salida de circulación de 2 500 vehículos.
Aunque los vecinos han sido comunicados sobre este nuevo proyecto, no están emocionados. Moncayo comentó que vivirán con problemas mientras la basura se apile ahí. Con su dedo apunta a un ratón en su chacra y culpa al relleno.