El ganado importado mejora la genética

La Asociación de Ganaderos de Santo Domingo cuenta con ganado importado para reproducir crías de alta genética. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

La Asociación de Ganaderos de Santo Domingo cuenta con ganado importado para reproducir crías de alta genética. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

La Asociación de Ganaderos de Santo Domingo cuenta con ganado importado para reproducir crías de alta genética. Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO

Cuatro años después de la primera importación de ganado de Estados Unidos y de Paraguay, el sector realiza las mejoras genéticas en sus hatos.

Las 2 090 reses importadas entre el 2015 y 2016 se distribuyeron en seis provincias de la Costa. En esas zonas se desarrollan procesos biotecnológicos para aprovechar la genética de estos semovientes.

Este ganado, que le costó USD 6 177 275 al país, posee las mejores características de producción de leche y carne, las cuales son aprovechadas por los ganaderos, a través del uso de las técnicas de inseminación artificial y de transferencia de embriones.

Según los ganaderos, ya nacieron los primeros ejemplares para la producción de carne en las razas brangus, braford, angus, charolais, nelore y herford, que se importaron. También se tienen crías para la producción láctea, como holstein y jersey.

Estos ejemplares están en pleno proceso de desarrollo en las fincas ganaderas de Esmeraldas, Manabí, Guayas, Los Ríos, El Oro y Santo Domingo de los Tsáchilas.

No hay una cifra oficial sobre estos nacimientos, pero el gremio ganadero calcula que el 5% de las 139 328 nuevas reses que se sumaron al hato entre el 2017 y 2018 proviene del ganado importado. El año pasado, el país tuvo 4 329 939 reses, según la Agencia de Aseguramiento de la Calidad del Agro.

Francesco Tabacchi, presidente de la Asociación Nacional de Ganaderos del Litoral y Galápagos, asegura que aún es muy pronto para evaluar el aporte de las importaciones, debido a que en genética los resultados tardan muchos años.

El Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) explica que las nuevas crías mejoradas tienen dos años de nacidas, por lo que su incidencia se verá cuando estén en la etapa de reproducción, que será en un par de años más.

Juan Diego Bautista es uno de los expertos de la central genética de la Asociación de Ganaderos de Santo Domingo de los Tsáchilas. Él explica que en el laboratorio se realiza la fecundación para obtener las pajuelas (donde están los embriones), que son implantadas en las vacas del hato local.

El MAG no tiene planes para importar más ganado de raza de alta genética, de cuyo primer lote se beneficiaron 262 ganaderos en el país. “No está considerada en el presupuesto una importación, pero seguiremos importando más semen de toros mejoradores y embriones. Estamos trabajando para lograr animales nacidos en los propios ambientes del país”, respondió el MAG a un pedido de información de este Diario.

De las 2 090 reses importadas, 116 murieron y otras se transfirieron a la Central de Mejoramiento Genético y Producción El Rosario. Según la Federación Nacional de Ganaderos, algunos semovientes no se adaptaron al clima de algunas regiones.

Los ganaderos pagaron USD 3 142 885,67 por las reses importadas, según datos hasta el 2016. Una parte fue cubierta por ellos y la otra por un crédito de USD 2 114 002,98, que otorgó el desaparecido Banco Nacional del Fomento (hoy BanEcuador). El Estado también subvencionó una parte de la importación.

Carlos Julio Pacheco y su familia adquirieron 65 reses brangus en el 2016, en Santo Domingo de los Tsáchilas.

Ellos perdieron ocho ejemplares por diferentes causas. Pese a que las reses estaban aseguradas, el dinero de esa compensación no llegó y la familia aún espera los recursos.

Según Pacheco, este no fue el único rubro que les tocó asumir, pues también debieron comprar las pajuelas de semen para reproducir el ganado mediante las técnicas de transferencia de embriones. Él invirtió USD 25 en cada pajuela.

Cuando este ganadero compró los bovinos le ofrecieron ese material, sin embargo, no le llegó durante un año. Recién le entregaron el año pasado.

El zootecnista Paúl Márquez opina que para que todos los ganaderos accedan a esta tecnología, primero se debe capacitarlos, porque es un trabajo que demanda técnica y conocimiento. Por ejemplo, para que una vaca sea inseminada con estos procedimientos debe pesar por los menos entre los 350 y 400 kilogramos.

En Santo Domingo de los Tsáchilas, una de las provincias que cuenta con una central genética bovina desde hace dos años, ya se reprodujeron 60 terneros de las especies brangus, angus y simmental. Otras 300 vacas también recibieron los embriones en este mismo período.

El presidente de la Asociación de Ganaderos en esa provincia, Jorge Garzón, explica que estas técnicas son más beneficiosas y están al alcance de cualquier productor.

Esta asociación no solo provee del material sino de los técnicos y el seguimiento del animal cuando alcanza su preñez. Todo el proceso cuesta USD 500, en promedio.

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