Redacción Siete Días
Cuando Galo Guerra estuvo en una comunidad en Cotopaxi entregando un aparato auditivo a un niño con problemas de audición, no pensó que su amor por los Volkswagen lo llevaría a aquel sitio.
Todo empezó en 1975. En ese año, su padre compró un Escarabajo de fabricación mexicana, el cual ha permanecido en poder de la familia Guerra y ahora reposa en el parqueadero de Galo. A este dato, se sumó la afición por coleccionarlos a escala que surgió hace 15 años, cuando le regalaron el primer ejemplar, un Escarabajo, color crema, del 67.
Ahora tiene 69 autos, la mayoría en escala 1:18 y unos cuantos en 1:78. Entre obsequios y compras, la serie aumenta en número, aunque, según dice, cada vez es más complicado. No hay en escala el Jetta, los autobuses y la nueva serie de los Fox. Sin embargo, Guerra, oftalmólogo de profesión, casado y con dos hijos (Andrés Fernando y Juan Esteban), permanece en una lista de espera, pues en Colombia pronto fabricarán nuevos ejemplares.
A pesar de ello, en una amplia repisa de su hogar se acomodan los Corrado, Carmangia, Kafer, Karmann, Caribe, New Beetle, Golf, Pentium, Touareg, Combi. De entre ellos se destacan un Nardo, el último modelo deportivo de la Volkswagen y un microbús prototipo, que nunca salió al mercado por la inequidad entre el peso del auto y la fuerza de su motor. También está el famoso Herbie Cupido Motorizado, en dos versiones: destruido y reparado.
Si bien, su favorito en la vida real es el Passat, no duda en quedarse con su Escarabajo. Para Guerra, cada Volkswagen tiene su personalidad: “es una máquina con mecánica fácil, y es un carro tan fiel que se daña llegando a casa o al taller, jamás te deja botado”.
Guerra narra las anécdotas de su padre y su ‘pichirilo’, en un viaje a Venezuela, en el cual durante una semana, vehículo, conductor y acompañantes sortearon la carretera y una tormenta tropical. Después, se emociona y cuenta brevemente la historia de la marca, desde la participación de Ferdinand Porsche en el diseño, hasta la industrialización con Henry Ford , pasando por los postulados de Hitler con respecto a su fabricación. “Volkswagen significa carro del pueblo”, concluye.
Mientras Guerra continúa con sus explicaciones, su esposa, María Belén Morales, dice que a Galo le encantan los VW y la música. Entonces muestra una placa en la que el Catso Club le reconoció como el Catso Lagartero, en diciembre de 2008.
El oftalmólogo es miembro fundador de la agrupación, creada hace cuatro años y cuyo lema reza: “Volkswagen más que una marca, un estilo de vida”. Actualmente son más de 50 socios, con carreras y especialidades diferentes pero unidos por el amor a la marca. Se reúnen los martes y jueves frente a la tribuna de los Shyris, para conversar y planificar proyectos sociales.
Junto a sus compañeros es que pudo visitar la comunidad en Cotopaxi y pintar sonrisas en un rostro infantil.
La organización también boga por el aseguramiento de los Escarabajos y por descuentos en repuestos. Además, mantiene un sitio web: www.catsoclub.org.