Los víveres para la isla Santa Cruz llegan en gabarras, luego de que son descargados del barco Galápagos I. Todo este proceso incide en los costos. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
En tres hojas de un cuaderno universitario a cuadros, Susana Morales anotó el listado de los productos que espera esta semana del barco Angelina, que zarpará de Guayaquil con carga a las Islas Galápagos.
Morales tiene su local junto al Mercado Municipal de puerto Ayora, el único de la isla Santa Cruz, la más poblada del archipiélago. Según el censo del 2010, residen 15 393 personas, 61% del total de habitantes de la Región Insular.
Los últimos nueve meses, la distribución de productos ha sido irregular. Aunque no hay una marcada escasez, se siente la falta de algunos artículo en ciertos negocios. El daño de tres de los cinco barcos que dan servicio a las islas es la razón. En mayo se varó el Galapaface I, en noviembre se hundió el San Cristóbal y en enero de este año encalló el Floreana.
Desde entonces, el envío de carga desde el continente solo depende de los barcos Galápagos I y el Angelina I, así como de las gabarras Amistad y Charito y, de los vuelos de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE).
Los casi 400 comerciantes de Santa Cruz deben seguir un mismo ‘ritual’ para traer sus productos. La línea de comercialización se inicia, en la mayoría de los casos, en Guayaquil, a través de familiares o de las empresas o fábricas.
Para las legumbres, víveres y frutas, la cadena comienza en el Mercado Mayorista de Montebello (Guayaquil). El resto es adquirido a fabricantes o distribuidores en esa ciudad. Una importante cantidad de víveres llega desde la Sierra central.
Según los comerciantes, los costos aumentan desde que el camión llega al puerto privado StoreOcean, sur de Guayaquil.
Vinicio Ávila, propietario de Comercial Ávila Jr. y presidente de la Cámara de Comercio de Santa Cruz, dice que hay gastos que elevan el costo de cada producto. Por ejemplo, el pago de USD 5 por el uso de cada palette (un tipo de contenedor) para elevar la carga al barco; entre USD 40 y 60 para que el camión con la carga ‘duerma’ en del puerto. Cada uno paga USD 3 por tonelada.
Se suma la estiba en muelle: USD 1,77 por cada bulto de víveres o productos varios. “Y si son materiales de limpieza o desinfección el pago es USD 3,25 por bulto”, acota Ávila.
Jaime Navarro, quien tiene una tienda, dice que al llegar la carga pagan USD 0,80 por cada bulto para la barcaza y otros 0,80 para movilizarla en un camión. Por el ingreso a las islas son USD 50 por cargas superiores a 700 kilos, que va a la Agencia de Regulación y Control de la Bioseguridad y Cuarentena para Galápagos (ABG).
Los costos suben si el transporte es aéreo. La comerciante Nancy Velásquez cuenta que en los vuelos de la FAE pagan USD 0,88 por kilo cuando la mercadería es embarcada en Latacunga o 0,69 en Guayaquil.
En carga aérea pagan USD 0,70 a Ecogal, por cada kilo, así como el impuesto para la ABG. Y se debe sumar la transportación de Baltra, incluido el pase en lancha por el canal de Itabaca, para ser llevado en camión Puerto Ayora, a 48 km de distancia, a USD 3 por cada bulto.
En el caso de Velásquez, contrata a Tame y AeroGal. El costo del flete sube USD 0,20 y para optimizar costos trae solo legumbres y frutas. “Traer arroz, azúcar, papa, cebolla por quintales saldría muy costoso”.
Pero Luis Yucailla indica que los costos no terminan allí. Cuenta que una disposición del Ministerio de Agricultura obliga a los comerciantes a llevar los víveres en gavetas plásticas. “Estas deben regresar vacías, para lo cual pagamos USD 5 por cada bulto de siete cubetas. Estamos solicitando al Ministerio de Transporte que esas gavetas regresen en el mismo barco, pero subsidiadas”.
Clara Pazmiño, quien vende legumbres, frutas y abastos, expresa que mucha gente cree que es fácil hacer comercio en las islas y a veces no entiende por qué el costo. “Hace 15 días no había verde (plátano) y el que entró vino caro. Se pagaba hasta USD 0,75 por cada unidad. Hoy está a tres por USD 1 los que vienen en barco y a 0,50 los del avión”.
La carestía es sentida por los habitantes. “Mire lo que compro con USD 10: una funda de fideo, un paquete de mayonesa, cuatro libras de papas, cuatro zanahorias y estas ramitas de vainitas. Yo tengo tres hijos de escuela y a veces se gastan unos USD 100 diarios entre comida y refrigerio para la escuela”, dice Marcelo Lara.
El tema afecta a estibadores como Carlos Nieto, quien trabaja en esa tarea hace 20 años desde que llegó de Quevedo. La incorporación de las gabarras ha hecho menos dramática su situación. “Esta semana he tenido trabajo dos días hasta esperar que vuelvan los barcos”. Por su jornal diario, Nieto y otros 48 estibadores que trabajan en las 12 barcazas de la islas perciben entre USD 35 y 40.
El trabajo a pulso se complica pues los barcos y gabarras acoderan a unas dos millas de la isla pues en todo el archipiélago no existe un muelle que preste todas las facilidades.
Mientras tanto, todos se preparan para el arribo de un nuevo barco. Está proyectado que el Angelina llegue a fines de la próxima semana. Y el gobernador de Galápagos, Jorge Torres, confirmó para hoy la llegada a Baltra del avión C-130 de la FAE con 12 toneladas de carga para las isla Santa Cruz. Y el martes, otra cantidad similar para San Cristóbal.