Hace unos años la población fue invadida con el eslogan “todos somos la Selección”, lo que caló hondo en el espíritu de los ecuatorianos. De esta manera, el fútbol que según los entendidos “mueve multitudes” (tanto en número de personas como de dinero, y talvez de corrupción), hizo que Ecuador se uniera alrededor de un proyecto: ir por primera vez a un campeonato mundial de fútbol, lo que se logró gracias a que nuestros jugadores se han profesionalizado. La dirigencia del fútbol nacional supo, en ese momento, elegir al entrenador correcto. Las circunstancias eran propicias para que Hernán Darío Gómez asuma la dirección técnica.
Luego del fracaso futbolístico de no estar “en la cita mundialista” de Sudáfrica que se desarrollará en pocos meses más, por culpa de errores de los dirigentes de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, y fundamentalmente por haber elegido como director técnico de la Selección a alguien que no tenía la experiencia, personalidad ni los conocimientos necesarios para dirigir a deportistas que se movían en “grandes ligas”, es hora de hacer un comentario sobre la pretensión de contratar, nuevamente, a Gómez como estratega de la Selección nacional de fútbol.
En la edición de diario EL COMERCIO de enero 21 pasado, el Presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol ha dicho que “hay que ser gratos y tener memoria. Gómez nos llevó a nuestro primer Mundial y encaminó los pasos para el segundo”. Una cualidad que todo ser humano debe tener es gratitud. Ecuador ha sido grato con Gómez, lo respetó, aceptó y aplaudió en su momento. Ahora ya no es su momento. No se puede seguir pensando en alguien que no ha demostrado, en sus últimos años como entrenador de equipos de fútbol, que haya evolucionado. No se conoce algún éxito obtenido con sus dirigidos, ni algún campeonato. Sigue con sus mismos planteamientos tácticos, lo que lo vuelve obsoleto. El mundo cambia. Todas las actividades que desarrolla el ser humano evolucionan. Las nuevas tendencias son cosa de todos los días.
Gómez tuvo dos oportunidades, la primera la aprovechó, lo que Ecuador le agradeció y aplaudió. La segunda, la perdió. Abandonó el equipo en el momento en que parecía se hundía, debido a que la estrategia de juego, talvez antigua, ya no estaba a la altura de nuestros días. Se fue a su Colombia querida, y otro entrenador logró reflotar el equipo con la decidida colaboración de los seleccionados ecuatorianos.
Volver al pasado por gratitud, no es una justificación para contratar a un señor que está fuera de época. Un deporte del que la gran mayoría de gente en el mundo está pendiente, requiere de evolución, cambio y nuevas tácticas. Es hora de dar oportunidad a otros, con más experiencia y más éxitos en su carrera futbolística, porque hay dinero para pagar bien.