Redacción Espectáculo
El electro-punk retumba en las paredes de ladrillo de una casa-taller-estudio, ubicada en un rincón de la ladera oriental del Pichincha.
La base rítmica del género, nuevo en el país, se construye desde un sintetizador manipulado por DJ Ro (Ronny Cifuentes), en tanto que la línea de bajos se
extiende desde las cuerdas tensas del instrumento de Diego Estrella.
Un salto. Kik (Enrique Villacís) se suspende por un instante en el aire, sostiene el micrófono cerca de su boca, su show se inicia.
¿Cómo es que tres tipos sin batería hacen tanto ruido? La respuesta irrumpe desde el mismo nombre de la banda: Runká. Según explican sus integrantes, una palabra inventada y dura, “una palabra áspera y cruda, una palabra con resonancias étnicas y urbanas, una palabra de fusiones”.
De fusiones también es la propuesta musical que maneja la agrupación. El punk londinense resuella entre los ‘broken beats’ de la electrónica, el drum&bass convive con el house, y el rock respira aires étnicos en cada uno de sus temas. Para Runká no existen los hiperarreglos; una textura musical sucia es lo suyo.
La mezcla fue necesaria para que el sonido empatara con la cuestión urbana. Para Kik, la música electrónica tiende a ser bastante impersonal, pero en unión con el rock y el punk es más “bus y asfalto”, tiene más potencia y pega mucho más.
A este concepto se suma la estética visual del grupo. “Manejamos un arte multidisciplinario, que juega mucho con las imágenes” dice DJ Ro. Él y Kik estudiaron Arquitectura y Diseño, mientras que Estrella, Programación. La vinculación de cada uno de ellos con la música tomó caminos diferentes, pero Kik la resume como la búsqueda de un lenguaje más abstracto para expresar lo que no se puede con imágenes.
La línea gráfica coexiste con la música y se corresponde en los videos que han editado, todos a manera de instalaciones de arte y atravesados por el performance.
Este aspecto también está presente en el diseño de las portadas de sus tres discos: ‘Runká’ (2002), ‘Nada que ver’ (2004) y ‘Threeciclo’, lanzado a fines de 2008, en un empaque que recuerda a los acetatos de 45 revoluciones.
El título de su último trabajo responde a la banda como un trío, después de algunos cambios desde su formación original. “El nombre del CD también significa un ir y volver, de cumplir ciclos en la vida de cada uno de nosotros”, explica Estrella.
Además de con el ‘boca en boca’, el disco y las tocadas se promocionan por varias vías: afiches, volantes y, principalmente, Internet (My Space, Facebook…).
Si bien la banda reconoce que no es fácil abrirse camino por en el medio, sus temas suenan en radios y bares.
En las presentaciones en vivo, el sello de Runká proyecta imágenes y la participación de VJ. El público baila con La chupillita y salta con Un poco de todo. Así, estos tres chicos sin batería hacen ruido. Un ruido de fusiones que hace temblar a la escena alternativa nacional.
La producción
La presentación de su última producción se parece a una vieja carátula de un vinilo de 45 revoluciones. El disco contiene nueve temas y cuatro ‘bonus tracks’.
En el primer CD, ‘Runká’ (2000), participaron Cinthya Ayarza y Kik Villacís. Lanzaron un casete, el cual se llamó ‘Lengua’.
La agrupación se presentó en un campamento de rock en la comunidad de Íntag, en Imbabura. Se realizó un concierto y luego hubo intercambio de ideas con los habitantes. El próximo sábado se presentarán en la fiesta de la música en Portoviejo.