Más de 70 tacos de dinamita, 169 fulminantes, 250 metros de mecha lenta, 25 libras de nitrato de amonio y siete tacos de dinamita en gel fueron decomisados en el sector de Muyuyacu, en Azuay. Militares se incautaron de esos explosivos el pasado 8 de septiembre. Según las investigaciones, ese material se usaba para actividades de minería ilegal. En esa intervención, 16 sospechosos fueron detenidos.
Un hecho similar ocurrió en febrero, en Carchi. Soldados decomisaron 79 800 cápsulas ordinarias (contienen explosivos de alto poder), que estaban dentro de un camión. Dos personas fueron detenidas. Los sospechosos no tenían documentos que avalaran la legalidad de ese cargamento.
Todos los explosivos que son incautados en operaciones militares o policiales deben ser destruidos por las Fuerzas Armadas (FF.AA). Así lo establece la Ley de Control de Armas que rige en el país. El artículo 24-A de esa normativa señala que todo el material debe “ser dado de baja y destruido”.
Cifras oficiales muestran que del 2017 al primer semestre de 2022 se han destruido 72,4 toneladas de explosivos en el país.
Procedimiento
Tras el decomiso, la Policía Judicial es la encargada de almacenar y resguardar el material como parte de las investigaciones. Luego se requiere una autorización judicial para destruir los explosivos. Manuel Dávila, director de Control de Armas del Comando Conjunto de FF.AA, señala que la orden del juez se emite, por lo general, 30 días después de cada incautación.
Finalmente, los cargamentos son trasladados a cuatro depósitos de municiones y explosivos que tienen las Fuerzas Armadas. Allí existen lugares específicos para eliminar los explosivos. Estos están alejados de sitios poblados.
¿Cómo es la destrucción?
El principal mecanismo que se utiliza para destruir el material decomisado se conoce como deflagración. Este consiste en quemar todo el explosivo. Para hacer eso, primero se deben neutralizar y separan los componentes que pueden provocar una detonación. Esta tarea la realiza personal militar especializado en esa área.
Hay dos formas de incinerar. En primer lugar, se puede realizar el procedimiento en un ambiente cerrado. Es decir, se quema todo el material dentro de una estructura de cemento y hierro. La segunda forma es en un lugar abierto. Específicamente en terrenos con paredes de tierra. Los técnicos realizan una excavación, allí colocan los explosivos y prenden fuego. Para eso se utilizan, por lo general, cordones detonantes o combustibles.
En cada procedimiento deben estar presentes los bomberos. Con la incineración, el material explosivo se consume inmediatamente y solo quedan cenizas. Por ejemplo, el 1 de septiembre pasado se realizó la destrucción de 7 061 kilogramos de explosivos.
Esto se llevó a cabo en las en las instalaciones del Depósito Conjunto de Municiones, en Manabí. El procedimiento estuvo a cargo del equipo E.O.D (Explosive Ordenance Disposal) del Ejército. Otro procedimiento fue el 4 de agosto de 2021. Ese día, los militares eliminaron 2 647 fulminantes y 183 tacos de dinamita, en Chimborazo.
Según Dávila, los tipos de explosivos que se destruyen con más frecuencia en el país son: tacos de dinamita, pentolita, TNT y las cápsulas ordinarias. Las investigaciones policiales muestran que la mayoría de explosivos que fueron decomisados y destruidos tenían como destino la minería ilegal, o también habrían sido usados por las organizaciones delictivas para colocar coches bomba o provocar atentados.
De hecho, el Ministerio del Interior y la Policía aseguran que los ataques con explosivos aumentaron en Ecuador. Entre enero y el 14 de agosto de 2022 se registraron 145 atentados a escala nacional. En cambio, en los primeros cinco meses de 2021 fueron 13 explosiones.
Agentes que rastrean el delito de tráfico de explosivos saben que esos artefactos ingresan a través de pasos clandestinos, por las frontera con Perú y Colombia. Por ejemplo, militares y agentes policiales hallaron 5 000 tacos de dinamita camuflados en 17 sacos de yute, en un garaje de Machala. Todo ocurrió el 7 de agosto de 2022. Según las pesquisas, el material incautado era de origen peruano.
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