Redacciones Sociedad, Sierra Centro, Cuenca e Ibarra
Los saltamontes, lombrices de tierra, hormigas y más especies de invertebrados terminan carbonizadas y las grandes, que logran escaparse del fuego, pierden su hábitat natural.
Los bomberos y comuneros relatan que durante los operativos para sofocar las llamas se topan con cuadros desgarradores: cuerpos calcinados de reptiles, aves y conejos que no pudieron escapar del incendio. A su vez los árboles y arbustos afectados no se regeneran y el aire se satura con dióxido de carbono (CO2).
Esos son los graves efectos que dejan los incendios forestales que en esta época arrasan con bosques y matorrales, muchos de ellos en áreas protegidas o en las zonas de amortiguamiento.
El Ministerio del Ambiente tendría en dos días más la cifra exacta pero se calcula que más de 2 000 hectáreas están afectadas en el país. Uno de los últimos incendios se registró en la comuna
Tamboguasha, con la quema de 30 hectáreas de pajonales en las faldas del Chimborazo. En esta provincia y en Tungurahua se registraron, en los últimos tres meses, 150 incendios forestales con 150 hectáreas de bosques de eucalipto y pino, arbustos y pajonales destruidas.
Tras una serie de diagnósticos en los últimos 20 años, Jorge Campaña, coordinador del proyecto Páramo Andino del Ecuador, concluye que los daños son aún más severos para plantas como la chuquiragua o el árbol de papel. “Como estos se queman hasta las raíces, por más lluvia que caiga después, no rebrotarán. Los pajonales vuelven a crecer, pero máximo hasta 20 cm”.
Rodrigo Aguilar, de la Unidad de Calidad Ambiental del MAE en Tungurahua, explica que en uno
de los incendios provocados en la quebrada del Culapachán, en Quillán Loma de la parroquia Izamba, se quemó vegetación nativa compuesta por bromelias, gramíneas, arbustos, paja, musgos… La desaparición de este nicho ecológico afecta a los colibríes porque se quedaron sin sus fuentes de néctar, en especial de la flor de chuquiragua.
Campaña agrega que el colibrí, al ser una especie territorial, desplaza a otras como la tórtola para adueñarse de los árboles. Esto a su vez provoca una generación obligada de las especies.
Patricio Hermida, jefe de Biodiversidad del MAE de Chimborazo, asegura que el daño a la biodiversidad es incalculable, porque se pierden algunas especies que ayudan a la preservación del páramo. Por ejemplo, las lombrices de tierra que con sus caminos ayudan a oxigenar el suelo.
Los más de 600 incendios forestales en Imbabura en lo que va del año han afectado a lobos de páramo, búhos, quilicos, venados… Igual ocurrió en La Ramada, cantón Nabón, al sur de Azuay, donde se calcula 400 hectáreas de bosque de pajonal y chaparro quemadas.
Esto a su vez hace que se reduzca el número de individuos y especies. Incluso tras las quemas, muchas zonas se quedan aisladas con relación a otras. Esto a su vez impide un intercambio entre especies; así algunos animales se aparean entre parientes muy cercanos, volviéndose más vulnerables frente a las plagas.
Los incendios forestales también deterioran el aire, ya que se acumula más CO2. Según Campaña, este gas que fue absorbido por las plantas durante el proceso de fotosíntesis, es liberado al aire. Aparte de que al destruirse los árboles, se atrofia el proceso de limpieza de la atmósfera.
Otro problema es la erosión del suelo. Además del estiaje y de las temperaturas altas de esta época, el fuego acaba con la poca humedad que quedaba. Jorge Campaña indica que el suelo se compacta, lo que impide la filtración y almacenamiento del agua lluvia. Así, el impacto de las llamas que consumen bosques y pajonales, sobre todo de la Sierra ecuatoriana, es irreparable.
Todavía no se avisora la época de aguaceros
Aún habrá días soleados, con temperaturas de hasta 25ºC, y tardes nubladas. “Aunque con la probabilidad de que ya se presenten lloviznas, en especial en la zona sur de Quito, y se incrementarán en los próximos días”.
Esa es la proyección que hizo ayer Carlos Naranjo, pronosticador del Departamento de Subproceso de Producción Meteorológica del Inamhi. “En el momento comienza a verse un ligero movimiento de los sistemas hacia las condiciones de invierno que deben darse entre octubre y noviembre”.
A medida que avancen los días irá cambiando el panorama, especialmente con el cambio estacional que ocurrirá entre el 21 y 22 en los hemisferios norte (otoño) y sur (primavera). Esto también haría que ocurran modificaciones en la zona ecuatorial.
Uno de esos cambios será de la circulación del viento. En estos días sopla con direcciones norte, noreste y oeste, con masas frías de aire. Pero al cambiar de circulación desde la región amazónica se dará el incremento de nubosidad, aunque “esto puede darse en cualquier instante, máximo hasta fines de septiembre”.
Según el Inamhi, en estas semanas los niveles de humedad alcanzan un promedio menor al 70 y las temperaturas altas en Quito, entre los 22 y 25ºC. Pero están entre los rangos normales con relación a años anteriores.