Francisco Rhon dirige Centro Andino de Acción Popular. Foto: EL COMERCIO
Para Francisco Rhon la corrupción no solo es asunto monetario, es uso del poder para beneficio individual.
¿Cómo está la salud de la izquierda en la región? Ya no solo están golpeados los presidentes Evo Morales, de Bolivia; Nicolás Maduro, de Venezuela… El expresidente, Luiz Inácio Lula da Silva, ícono de la tendencia, está en medio de una investigación por corrupción.
Está en problemas, como lo están también los partidos de derecha, los del centro o lo que conocimos como movimientos sociales. La primera cosa que debe quedar clara es que todas aquellas organizaciones del sistema político están en problemas.
¿Cuál es su diagnóstico?
No logran entender qué es lo que ocurre con las grandes mayorías, con la multitud.
¿Qué más le pasa a la izquierda latinoamericana?
Tampoco es capaz de manejar ya la economía, no tiene capacidad de entender igual que la derecha y el centro. Habría que volver a lo señalado por Marx: decía que cree en el partido de las masas, en el sentido histórico del término.
¿Y cuál es ese sentido, en esta coyuntura?
Hay que buscarlo en el momento en que el capital productivo es arrinconado por el capital financiero, lo que supone pérdidas de empleo, de capacidad, de protesta…
¿Entonces es la hora de la derecha en la región?
La derecha vuelve con fuerza nacionalista xenofóbica en Alemania y más ejemplos de la Primavera Árabe, pasando por lo que ocurre en España, incluso el populismo que observamos en las candidaturas norteamericanas. Estamos mirando un fin a lo mejor que no necesariamente es para mañana, como ocurre con algunas enfermedades que duran bastante.
Volviendo al caso de Lula o al escándalo por tráfico de influencias que envuelve a Morales, ¿no es igual izquierda a manos limpias y a derecha, corrupción?
No. Se trata de sociedades, vinculadas o con una historia corrupta y sociedades mucho más atentas a la transparencia. Hace 3 000 años antes de Cristo se encuentran papiros en la India, en donde se empieza a atacar la corrupción. En la Grecia de Aristóteles, el corrupto perdía derechos de ciudadano. No es nuevo y es evidente que grupos sociales y electorado, rechacen esta forma de uso del poder. La corrupción no solo es asunto monetario, es uso del poder para beneficio individual.
¿Y a la izquierda se le perdona todo? Se pueden llevar algo, pero han cambiado la historia…
Las personas siempre rechazan que alguien se enriquezca en representación de ellas. Pasamos a otro momento en el que hay representatividad pero no representación. Parecen un conjunto de personas que con la votación tienen actividades de dirigencia y de acción política directa, pero esto no supone que representan esos intereses. Hay un quiebre, la gente que quiere transparencia no se encuentra con espacios de hecho transparentes.
¿Cómo es que un Lula pasa de representar al Partido de los Trabajadores, de estar junto a los más pobres a meterse en un lío, con propiedades lujosas?
Esos dirigentes con problemas legales, entre otros el de la corrupción o abuso de poder, representan a la sociedad en su conjunto que los eligió. Tienen representación pero no representatividad. Vienen de estas nuevas cuestiones que se plantea el mundo, la corrupción y el autoritarismo.
¿Cuánto pesa el tiempo que se quedan estos líderes salvadores en el poder en la posibilidad de que se involucren en hechos de corrupción?
Pesa. Deben volverse pragmáticos para resolver problemas de la cotidianidad y al final de los tiempos ellos no gobiernan. Quien gobierna es el capital financiero, ellos dilatan las grandes decisiones vía deuda, al final solo dominan algo abstracto, en nuestro caso fue con la China…
¿Y qué pasó con su lucha contra la corrupción?
Maquiavelo decía que la política es la manera de ganar el poder y evitar que te lo quiten. La pregunta es hasta qué punto eso hace que los gobernantes, los líderes hayan perdido la noción de lo que ocurre alrededor y juegan solo el poder y volviendo a Maquiavelo, el poder corrompe.
¿Permanecen más tiempo, se corrompen más?
Si ellos permanecen más tiempo tienen el riesgo de corromperse más. Pragmáticamente debe negociar para evitar que les quiten el poder.
¿En esta coyuntura tienen oportunidad, fuerzas, con ideología no tan clara, esas que llaman ‘fanescas’?
La izquierda ha perdido espacio; (Guillermo) Lasso tiene un partido que casi no lo es, prefiere su grupo (Compromiso Ecuador). La Unidad, incluye partidos que han perdido elecciones y el centro se reestructura. En ese maremágnum de confusiones, el candidato debe decir cómo salir de la crisis o de la depresión de la economía.
Su vida.
Dirige el Centro Andino de Acción Popular. Es antropólogo, ha estudiado Filosofía y Economía. Es miembro del Consejo Superior de la Flacso; está al frente de la revista Ecuador Debate, además de otras publicaciones. Tiene 66 años.
Su pensamiento.
Hay representatividad pero no representación. Hay un conjunto de personas que con la votación tienen actividades de dirigencia y de acción política directa, pero esto no supone que representan esos intereses de la mayoría.