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El calvario antes de ver al papa Francisco en Samanes

Los feligreses llegaron desde varios puntos de Guayaquil, así como del Guayas, Santa Elena, El Oro, Azuay, Cañar, Los Ríos, Loja e incluso del norte de Perú. Foto: Enrique Pesantas/ EL COMERCIO.

Los feligreses llegaron desde varios puntos de Guayaquil, así como del Guayas, Santa Elena, El Oro, Azuay, Cañar, Los Ríos, Loja e incluso del norte de Perú. Foto: Enrique Pesantas/ EL COMERCIO.

Los feligreses llegaron hasta el parque Samanes desde varios puntos de Guayaquil, así como del Guayas, Santa Elena, El Oro, Azuay, Cañar, Los Ríos, Loja e incluso del norte de Perú. Foto: Enrique Pesantas/ EL COMERCIO.

El chirrido de una radio de comunicación se confundía con un estación radial. Mientras las estaciones locales transmitían la cuenta regresiva para la llegada del papa Francisco a Guayaquil, Eddy Castro intentaba llegar en su Chevrolet rojo lo más pronto al parque Samanes.

Había visto el amanecer detrás del volante. Por "milagro del Papa", cuenta, las carreras fueron abundantes. Ahora tenía el reto de llegar lo más cerca del sitio donde será la misa campal en la ciudad, a las 11:00 de este lunes 6 de julio de 2015.

Pero las calles fueron una encrucijada desde antes de las 06:00.

La Perimetral, la vía a Daule, las avenidas Francisco de Orellana y Pedro Menéndez; en el norte o en el sur... agentes de la Comisión de Tránsito del Ecuador y de la Policía Nacional cerraron gran parte de las vías para facilitar el paso de la caravana del Pontífice a su llegada al Puerto Principal.

Pero Castro conocía unos 'huequitos' para llegar a Samanes; aunque en la mayoría no atinó. Pero no había que perder la fe. Al igual que otros conductores, aceleró, giró en una que otra esquina, hasta que -casi sin querer, como de milagro-, llegó lo más cerca que pudo, a unas 10 cuadras de la gran explanada donde desde el día anterior se congregaron los fieles para participar en la eucaristía de Francisco.

Y aquí empezaba otra peregrinación. El estruendo de los motores ya no se oía. Solo las pisadas de los fieles que caminaron rápidamente por los cuatro carriles de la Francisco de Orellana, todos con un rumbo fijo hacia Samanes. El sol aún no se hacía sentir con fuerza y el ánimo aumentaba conforme estaban más cerca del templete. Las plegarias de cientos de comerciantes -4 000 fueron inscritos por las autoridades- eran cada vez más intensas. "Lleve un recuerdo del Papa", "agua, agua bendita, agua refrescante", "tómese la foto con Francisco", eran algunos de los ruegos para captar clientes.

Eddison Mora llegó a las 04:00 con un cartón repleto de imágenes del Papa. "A un dólar. Con la bendición de Dios hoy vendo todo". En cambio, Freddy Peñafiel diseñó un monigote de Francisco, en tamaño real. "Si no pasa muy cerca de ellos, pueden llevarse al menos esta foto de recuerdo, a un dólar".

Los católicos fluían como ríos por la avenida Paseo del Parque. José Galarza hizo una enorme fila con paciencia. Es voluntario en Solca, asiste a pacientes terminales de cáncer y la invitación para ser parte de la misa desde un bloque cercano al templete la recibió con humildad, como una recompensa a su sacrificada tarea.

María Suárez se emocionó hasta las lágrimas cuando vio, en una de las pantallas gigantes del lugar, que el papa Francisco salió desde Quito. "Vengo desde Piura, Perú, casi un día de viaje, sufro de terribles dolores de espalda, pero aquí estoy. Este sacrificio vale la pena".

A las 9:45 los aplausos de mieles de católicos estremecieron a Samanes. "¡Llegó el Papa!", resonó con júbilo.