Marcha de los mandatarios europeos en rechazo a los atentados que dejaron varios muertos en Francia. Foto: AFP
Detrás de las muestras de solidaridad de los líderes mundiales con las víctimas de los atentados terroristas en Francia hubo grandes dolores de cabeza que se extienden hasta hoy.
Fuertemente criticado por la notoria ausencia de un representante de alto nivel, EE.UU. anunció la visita del secretario de Estado, John Kerry, para fines de esta semana, al tiempo que la Casa Blanca admitía que fue un “error” enviar solo a la embajadora Jane Hartley. El fiscal general, Eric Holder, estaba en París, pero no asistió a la marcha.
El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, aseguró que al presidente Barack Obama “le habría gustado tener la oportunidad de estar allí”, pero recordó que la planificación para la marcha “comenzó el viernes” pasado y que la asistencia de Obama o del Vicepresidente Joe Biden a un acto multitudinario al aire libre requiere de tales medidas de seguridad, que habría causado grandes molestias.
Mientras los europeos se sentían en casa -acostumbrados a reunirse periódicamente-, el Elíseo tuvo que lidiar con las invitaciones a la marcha del domingo en París: el Premier israelí, Benjamin Netanyahu, no había sido convocado, pero anunció su participación, lo que molestó al gobierno francés, que se vio en la obligación de pedirle al Presidente palestino, Mahmoud Abbas, que asistiera a la marcha.
Ambos estuvieron en la primera línea, separados apenas por cuatro personas, entre ellas el anfitrión, François Hollande. Según el diario israelí Haaretz, Hollande le pidió específicamente a Netanyahu que no fuera, para que los temas de Medio Oriente no desviaran la atención de la marcha.
Los problemas continuaron en el “frente interno”. Aunque estaba convocado como presidente del partido opositor Unión por un Movimiento Popular (UMP, derecha), el ex Mandatario francés Nicolas Sarkozy tendría que haberse quedado fuera de las posiciones reservadas para los dignatarios, e hizo lo posible para llegar hasta las primeras filas.
Rompiendo las estrictas reglas de protocolo, dice el sitio 20minutes, lo consiguió cuando avanzó hasta quedar al lado de Netanyahu.
Una incómoda situación para el Elíseo, que no tenía intenciones de destacar a ningún político, además del Presidente, mucho menos al líder opositor. Incluso el Primer Ministro, Manuel Valls, se quedó en segunda fila.