Una semana después de los atentados, los parisinos desafían el miedo con una copa en la mano

Los parisinos beben champagne cerca de los lugares de los atentados para demostrar que no tienen miedo. Foto: AFP

Los parisinos beben champagne cerca de los lugares de los atentados para demostrar que no tienen miedo. Foto: AFP

Los parisinos beben champagne cerca de los lugares de los atentados para demostrar que no tienen miedo. Foto: AFP

"Vamos a brindar porque seguimos vivos", dice Tiphaine. Igual que cientos de parisinos, esta estudiante de 22 años desafió este viernes, 20 de noviembre de 2015, el miedo tomando una copa en los cafés cercanos a los lugares donde, hace una semana, se cometieron los peores atentados de la historia de Francia.

Hace siete días, el 13 de noviembre, parejas de enamorados o grupos de amigos cayeron por disparos de kalachnikov frente a los cafés A la Bonne Bière, La Belle Équipe, Le Carillon, la pizzeria Casa Nostra o el restaurante Le Petit Cambodge, donde los ramos de flores han sustituido las mesas y las sillas.

Tiphaine Carron está sola en la terraza del Café Clochette, a pocos metros del Carillon, tomándose un mojito mientras espera a unas amigas. "Hay una que no tiene ganas de venir, no se siente tranquila", explica esta joven de pelo moreno y largo. "Pero hay que seguir viviendo".

"Si nos quedamos encerrados en casa, se acabó. Es lo que quieren", dice por su parte, hablando de los yihadistas, Stéphane Riondy, un informático de 33 años.

Está fumando un cigarrillo delante de un café en la esquina de los bulevares Voltaire y Richard Lenoir, a pocos metros de la sala de conciertos El Bataclan, otro de los objetivos de los ataques yihadistas junto al Estadio de Francia, en el norte de París.

Su amigo Benoît Seblain, que está tomando una cerveza, confiesa tener "un poco de miedo". "Pero no hay que pensar mucho y seguir avanzando. Hemos hablado con gente del barrio y hemos llegado a la conclusión que hay que intentar vivir como antes".

"Nos tranquilizamos unos a otros diciéndonos que estadísticamente hay pocas posibilidades de que pase algo así". dice Stéphane.

Durante toda la semana los internautas han pedido a través de Twitter volver a salir con los hashtag #jesuisenterrasse (#estoyenunaterraza) o #Tousaubistrot (#Todosalbar) . Por su parte el periódico satírico Charlie Hebdo sacó en portada a un hombre bebiendo champán y bailando, a pesar de tener el cuerpo lleno de agujeros de bala. "Ellos tienen las armas (...) nosotros tenemos el champán" rezaba el título.

'Una especie de terapia'

Hace una semana, Ousmane Diarra, de 32 años, se escondía en un bar porque tenía miedo. Pero ya vuelve a salir a tomar copas. "Es una especie de terapia, necesitamos hablar", explica sentado con una amiga en la terraza del bar Chez Prune, uno de los más concurridos del barrio de moda del canal Saint-Martin.

Su amiga Amélie Quintus, de 22 años, quería ir a un concierto pero finalmente renunció "porque mi familia estaba muy preocupada". "Es esto lo que ha cambiado. Antes era normal ir a un concierto, ahora tengo que pensármelo".

Michael Steinhart y sus amigos no han dudado en venir al bar Le Petit Baïona. "Trabajamos justo al lado, somos clientes habituales. No tenemos miedo de venir, al contrario", explica este arquitecto de 40 años, que perdió a un amigo en el tiroteo de La Belle Équipe, un bar cercano.

"Aquí había un hospital de guerra, hubo gente que murió", recuerda Romain, un camarero. "Lo limpiamos todo y volvimos a abrir el lunes. Era importante. Hay gente que nos conocemos que vienen, nos abrazan y nos dicen 'Gracias por abrir'".

En la calle Bichat, donde también atacaron los yihadistas, un propietario de bar que no quiere identificarse no ha tenido tanta suerte. "Desde los atentados está completamente vació", explica. "Si tienen miedo y no vienen, la gente matarán el pequeño comercio".

Uno de sus amigos, que también tiene un negocio, ha pedido a sus clientes en Facebook que vuelvan a venir con un lema: "No nos dejen morir".

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