¿Cómo se puede calificar esa capacidad selectiva de la que gozamos todos los seres humanos pero en especial los gobernantes? ¿Esa capacidad para ocuparse de los comentarios y asuntos más nimios pero ignorar, o pretender que se ignoran, temas de fondo? El Presidente dijo no saber nada sobre el embargo de equipos y bienes que sufrió el martes la revista Vanguardia por parte del Ministerio de Relaciones Laborales.
Se trata de una acción coactiva aplicada antes de que se cumpliera el plazo legal que tenía la revista para responder. En diciembre de 2010 los equipos de la publicación fueron incautados por el Fideicomiso AGD-CFN No Más Impunidad (el mismo que organizó hace poco una jornada taurina que terminó con un ‘diestro’ herido) por supuesto incumplimiento de un contrato de alquiler.
Es posible que el Presidente no haya sabido nada, pero dentro de su lógica dedujo bien: ‘Si es el Ministerio de Relaciones Laborales debe haber un problema laboral, nadie tiene corona en este país’. Es más difícil creer, en cambio, que no estuviera informado sobre las fallidas gestiones de su Ministro del Deporte para que fuera a desfilar a Londres a propósito de las Olimpiadas, y que esté convencido de que todo se reduce a la acción de una ‘secretaria despistada’.
Guardando las distancias por lo serio del tema, es como si dijera que no estaba al tanto sobre la abstención de Ecuador en la Asamblea General de la ONU frente a la resolución, apoyada por 133 países, de condena al régimen sirio de Bashar al Asad. Su estilo hace suponer que maneja las agendas de la gestión gubernamental e incluso está al tanto de asuntos que rebasan el ámbito del Poder Ejecutivo, como el problema de las firmas en el Consejo Nacional Electoral, que declaró conocer desde hace meses.
El Presidente quizás sospecha que lo que hace el futuro asilado político Julián Assange no es periodismo sino piratería informática y, al margen de si cree o no en las versiones que señalan a este oscuro personaje como parte de un gran montaje de la CIA, sabe que las de Assange son actividades ilegales que jamás aceptaría que se ejerzan en contra y dentro del Estado ecuatoriano.
Quizás asimismo está consciente de que, al criticar la semana pasada la publicación de un comentario insultante en su contra, también insultó a personas con preferencias sexuales distintas al cosificarlas, igual que ofendió hace meses a las mujeres al haber destacado el aporte de las asambleístas y sus falditas al mejoramiento de las farras.
Seguramente sabe también que la apología de la violencia en el país está básicamente a cargo de los canales incautados, y que no es justo haber declarado a los medios que no son su caja de resonancia como los enemigos a combatir hasta el último día de su gobierno.
Y quizás también sabe que hay que hacer mucho más que populismo penal para cambiar la justicia ecuatoriana.