Los chicos solo podían competir en la carrera de coches de madera si tenían asegurados casco, coderas y rodilleras. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
Los carros fueron la atracción de la mañana en el primer sábado de fiestas de Quito. La jornada se inició con 50 tradicionales coches de madera que bajaron veloces por las calles Las Casas, desde la Villavicencio hasta La Isla, en el norte.
La mañana de ayer (24 de noviembre del 2018) se realizó la primera válida de la tradicional carrera de coches de madera Jorge Aguilar Veintimilla. En la largada y en la llegada se escuchaba por altoparlantes las voces de periodistas deportivos que usualmente narran partidos de fútbol.
Ayer, Gonzalo Rodríguez, quien tiene 40 años de trayectoria, cuenta que desde sus inicios ha narrado estas carreras. “Como quiteño y periodista que soy, es lindo cubrir algo que está enraizado en la gente. ¿Quién no se habrá subido a un coche de madera”? dice.
Para él, es gratificante ver a los padres nerviosos por la carrera de sus hijos, a veces hasta las lágrimas. Esta es una carrera de emociones. Ayer, por ejemplo, un niño le dijo que dedicaba la carrera a su abuelo, que estaba muy enfermo.
Los pilotos estaban entre los 6 y 16 años y corrieron en 10 mangas. Clasificaron dos por manga para la segunda válida, que será el 29 de noviembre, a las 19:00, en la Río de Janeiro, en San Juan y la final en Las Casas. Esto se prevé hacer el 1 de diciembre, a las 08:00.
Según la Secretaría de Seguridad, hubo siete incidentes y solo en dos casos los chicos sufrieron lesiones menores.
Los autos clásicos pasaron ayer (24 de noviembre del 2018) por avenidas como la Patria rumbo al Bicentenario. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
A las 10:30, la atención pasó a la segunda edición de la Ruta de los Clásicos. Hermosos autos de al menos 35 años de antigüedad o más salieron desde el Itchimbía hacia el Bicentenario, en donde se exhibieron hasta las 17:00. Pasaron por la Yaguachi, 6 de Diciembre, 10 de Agosto, Patria, 12 de Octubre, Coruña, Orellana, Juan León Mera y la Amazonas.
En el camino, la gente se paraba para tomar fotografías y hacer videos. Saludaban a los pilotos que en algunos casos lucían trajes y gafas de época y bailaban y aplaudían al son de la música que se escuchaba desde las antiguas chivas que participaban del recorrido.
Entre los carros que llamaban la atención estaba el Chevrolet del 1928 del argentino Rubén Ramírez, El auto perteneció a su abuelo y fue taxi durante décadas. Pero desde hace seis años, este vehículo se convirtió en su casa.
Él decidió conducir por el continente con una máxima que pintó en el antiguo vehículo: “que el conquistador no sea esclavo de su conquista”. Para él, hay gente que trabaja por obtener cosas materiales y se olvida de vivir. No quería que le pasara lo mismo.
Desde Colombia llegó un auto de marca Chrysler de 1961. Su dueño, Juan Carlos Bautista, cuenta que este perteneció primero a su abuelo y luego a su padre. Ahora espera heredarlo a sus hijos. Lució un jean con camiseta blanca y chompa de cuero. Su esposa vestía una falda amplia y cintillo. Su primo, Carlos Díaz, explica la razón: “esto más que un hobby es un estilo de vida” .