El arranque de las fiestas de Quito es otro de los mitos de la ciudad, que se reinventa en sus leyendas como mirarse en un espejo que refleja tiempos, anécdotas y personajes vitales.
Uno de ellos: don César Larrea V., exdirector del vespertino Últimas Noticias, quien era jefe de Redacción desde 1953.
Él plasmó el festejo en las páginas del tradicional diario, en diciembre de 1959 con una serenata en el Centro; lo apoyó Jorge Ribadeneira, otro apasionado por Quito.
Así nació, modesta, animada por el dúo Benítez y Valencia, la fiesta que hoy ha cobrado dimensiones por toda la geografía del Distrito Metropolitano.
Juan Paz y Miño, historiador y excronista de la ciudad (2011-2014), dice que “en los sesenta la fiesta se congregó en el centro de Quito y de a poco, conforme la ciudad crecía, más en el ‘boom’ petrolero de los setenta, pasó los límites de El Ejido (norte) y Recoleta (sur)”.
Paz y Miño apunta un hecho esencial: las familias de clases media y alta vivían, en los sesenta, en San Marcos, La Ronda, el bulevar 24 de Mayo, San Blas… Así se explica que la festividad no saliese de los límites del Quito antiguo. “Esa década es clave: comienza el éxodo de las familias hacia el norte; por ejemplo, a El Batán, la Jipijapa, a Iñaquito”.
El historiador explica que su familia pasó a vivir en El Inca, en 1963. “Parecía una casa de hacienda; solo había bosque y prados”. Con orgullo reconoce que su padre, el periodista Juan J. Paz y Miño, fue un suscitador de la fiesta desde su cargo: jefe del Departamento de Educación y Cultura del Municipio entre 1970 y 1984. “Mi padre organizó la primera feria del libro, en 1970, con el apoyo de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE) y de la Cámara del Libro”.
Paz y Miño pasa lista a las librerías que participaron en la sede del viejo edificio de la CCE: Española, Libri Mundi, Cima, Pomaire, Prensa Católica, Banco Central y Universitaria. Otro hito: la apertura del primer festival de cine con el auspicio de las embajadas, en especial las de expaíses socialistas: Polonia, URSS, Checoslovaquia; Bulgaria.
“Vino el reconocido cineasta boliviano Jorge Sanjines. Pasaron, en el Teatro Universitario, películas de Woody Allen, Visconti, Bakshi (‘El señor de los anillos’); Jaime Cuesta, Camilo Luzuriaga… Según Paz y Miño Cepeda, en el ámbito popular hubo verbenas, bandas de pueblo y la minga citadina. Su padre revivió, después de 20 años, el premio Mariano Aguilera.
El excronista de la ciudad afirma que en la administración del exalcalde Augusto Barrera, existió un concepto sostenido en dos pilares: reconoce al Quito rebelde, en una fecha clave, el 10 de Agosto de 1809, como el inicio de la independencia; y el 1 de diciembre como el día de la resistencia indígena. “Coincidió la fecha del Bicentenario y eso ayudó a reivindicar nuestra identidad indígena, y, claro, mestiza; siguieron las ferias del libro y festivales de cine; hoy no veo un concepto claro”.
Mariana Andrade, secretaria de Cultura del Municipio, responde que el concepto se asienta en el lema ‘Las ciudades de la ciudad’, “el cual celebra la diversidad, la interculturalidad, que coexisten en el territorio del Distrito”.
Para Andrade, la programación se tejió con cinco ejes temáticos: tradición, memoria, patrimonio, festejo e intercambio; desde esa lógica se construyeron las franjas que integran las 290 actividades.
Andrade destaca que las ocho administraciones zonales articulan la programación barrial, como saberes e intercambios de expresiones locales, entre otras actividades.
Otra faceta de las fiestas: los toros. Carmen Toledo, crítica taurina, reconoce que la temporada taurina (9 días) prendía las fiestas. “En 1961, el torero Manolo Cadena inauguró la fiesta Jesús del Gran Poder, con la ayuda de la comunidad franciscana”.
Toledo dice que entre los sesenta y el 2012 (última corrida tras el referéndum del 2011 que prohibió la muerte del burel) torearon en Quito grandes figuras: Luis Miguel Dominguín, El Viti, Paquirri, El Juli, Conde, Peñaherrera, Paco Camino, Manzanares… “Los toros atraían al turismo extranjero; a Quito le conocieron más en España y Europa”.
¿Qué pasó en los barrios, en los sesenta? Antonio Segovia era adolescente en aquella década y vivía en La Tola. Segovia, ingeniero civil, dice que el Desfile de la Confraternidad se iniciaba en El Ejido, iba por la Guayaquil hasta la plaza de Santo Domingo. “Fue un tiempo fraterno; la gente bebía anisado Flores de barril; en los ochenta, las orquestas animaban en el Centro y en el norte”.
Cronología
1960
Si bien la fiesta comenzó en 1959 con una pequeña serenata, en el vestíbulo de Radio Quito (Chile y Benalcázar) el año siguiente cobró más fuerza.
1980
Según Antonio Segovia, en el Centro y en el norte actuaron conocidas orquestas como Don Medardo y sus Players, Hermanos Baca, y otras.
1990
La presencia de los disco móviles alejó a las orquestas y en los barrios, entre los noventa y el 2000, estos aparatos animaban los festejos en el Distrito.
2002
El presupuesto para la fiesta empieza a ser conocido: USD 513 000, la comisión buscó un financiamiento de USD 100 000 de parte de la empresa privada.
2014
En la Administración de Mauricio Rodas, el presupuesto se sitúa en los USD 4,8 millones. La actuación de Sting y de Blades es uno de los programas atractivos.