Un grupo de militares realiza el control en las viviendas de este poblado fronterizo. Foto: Militares
La llegada de un helicóptero militar a Tobar Donoso es la señal de que hay relevo en la fuerza pública y que nuevos militares arriban desde Esmeraldas a este pueblo fronterizo del Carchi. La aeronave ingresa una vez cada mes y es la única vía para el traslado de los uniformados y del material de abastecimiento, como alimentos, utensilios, medicinas. No hay una vía de acceso para automotores.
En esa zona, que parece una isla en el bosque tropical, viven 200 pobladores, entre ecuatorianos y colombianos. La gente ingresa a pie, luego de caminar cuatro días por senderos estrechos, desde El Chical, una parroquia del Carchi. También pueden hacerlo por lancha, desde Llorente, en Colombia.
Desde este último punto además ingresan víveres y provisiones para los civiles.
Desde principios de este año se reforzó la seguridad en el sector, tras los atentados terroristas que ocurrieron en Mataje-Esmeraldas.
Los militares realizan patrullajes por tierra para evitar el ingreso de grupos armados ilegales desde el país vecino, mientras dos policías se encargan de la seguridad del caserío.
Soldados y policías pernoctan juntos en el destacamento militar situado en la parte alta de esta localidad. La idea es precautelar sus seguridades.
En estos días, el helicóptero militar también trasladó a los agentes fiscales y al personal de Criminalística de la Policía, que investigan dos casos que conmocionaron a esta pequeña localidad. El 27 de marzo pasado fue asesinado el exteniente político de Tobar Donoso, Robinson Chugá. El 12 de mayo desapareció el cabo segundo del Ejército, Wilson Ilaquiche.
Esos incidentes se indagan en la Fiscalía del Carchi, provincia a la que pertenece Tobar Donoso, aunque el control militar se maneja desde Esmeraldas, porque está más cerca y cuenta con las instalaciones logísticas adecuadas.
La muerte de Chugá fue aparentemente un hecho relacionado con personas dedicadas a la minería informal, según la versión de testigos. “El caso sigue el debido proceso en las oficinas fiscales”, asegura Javier Lucero, jefe político del cantón Tulcán. La idea es descubrir quiénes estuvieron detrás de este hecho violento.
Mientras tanto, el segundo proceso es un acto administrativo por desaparición de Ilaquiche. El fiscal Iván Sandoval, que lleva el caso, estuvo en la reconstrucción de los hechos.
Viviana, hermana del soldado, dice que su madre, Gloria, de 49 años, no para de llorar. La mujer espera encontrar al militar de 29 años, que llegó un mes antes de su desaparición al Batallón de Infantería Motorizada (Bimot) 13, de Esmeraldas, que tiene a cargo el destacamento de Tobar Donoso.
Esta semana, la progenitora del soldado y su abogado tienen previsto viajar a Quito y Tulcán, desde Los Ríos, para conocer el estado de las investigaciones. Una de las últimas diligencias fue el análisis del ADN de la mujer para compararlas con unas aparentes manchas de sangre que se encontraron en una casa en donde supuestamente estuvo por última vez Ilaquiche.
Pero en Tobar Donoso también se realiza un censo. Milton Rodríguez, oficial de la Fuerza de Tarea Conjunta Esmeraldas, dice que el objetivo es actualizar los datos relacionados con el número de habitantes, procedencia y actividades a las que se dedican.
La presencia no solo militar sino de todas las instituciones del Estado en la frontera fue un pedido de la Mancomunidad del Norte, conformada por los prefecto de Esmeraldas, Carchi, Imbabura y Sucumbíos.
En respuesta a esa solicitud, ayer se realizó la denominada Acción Cívica en los poblados de El Chical, Ecuador, y Tallambí, Colombia.
Instituciones estatales de los dos países dieron atención médica, odontológica, agropecuaria, entre otras.
Todo estuvo apoyado por la Brigada Andes 31 y el denominado Grupo Cabal.