El feriado bancario dejó severas lecciones al país

Clientes del Banco del Azuay se acercan a las instalaciones de la entidad, para informarse del futuro de la entidad.

Clientes del Banco del Azuay se acercan a las instalaciones de la entidad, para informarse del futuro de la entidad.

Clientes del Banco del Azuay se acercan a las instalaciones de la entidad, para informarse del futuro de la entidad. Foto: EL COMERCIO

Hace 20 años, durante el gobierno de Jamil Mahuad, los clientes del sistema financiero se encontraron con las puertas de los bancos cerradas. El lunes 8 de marzo de 1999, el entonces superintendente de Bancos, Jorge Egas Peña, sorprendió a los ecuatorianos con dos cadenas nacionales de radio y televisión.

La primera se dio temprano, a las 07:00. Esa irrupción fue para anunciar que ese día se suspendían las operaciones en el sistema financiero: “El feriado bancario es para prevenir retiros de depósitos, preservar el nivel de la reserva monetaria internacional, limitar la inestabilidad del mercado cambiario y frenar una aceleración mayor en el incremento de precios”.

Antes de ese anuncio, los vocales de la Junta Bancaria, con Peña a la cabeza, se reu­nieron la noche del domingo 7 de marzo y la madrugada del lunes con las autoridades económicas, comandadas por la titular de Finanzas, Ana Lucía Armijos, y del Directorio del Banco Central, Luis Jácome.

La segunda intervención del superintendente fue más breve y se transmitió a las 19:50. Allí dijo que “el Gobierno ha dispuesto la preparación de un conjunto de medidas, dentro de un programa económico integral” y anticipó que el feriado se mantenía. Al final se aplicó durante cinco días y los bancos volvieron a atender al público el 15 de marzo.

En ese lapso, el Mandatario firmó -el 11 de marzo- el Decreto Nº 685, que dispuso el congelamiento por un año de los depósitos en cuentas corrientes con más de 2 millones de sucres y en cuentas de ahorros con más de 5 millones.

Mientras la población no salía del ‘shock’ por no recuperar sus depósitos, organizaciones sociales -con la Conaie al frente- hicieron movilizaciones. En esferas oficiales se especulaba que ante la crisis el Ejecutivo tenía listo un plan de convertibilidad al estilo argentino. Pero el uso del dólar ganaba espacio. En esa semana, locales ofertaban sus productos en dólares, aunque ese comportamiento en el mercado se observaba hace años en transacciones, créditos, etc.

A esa fecha, el país acumulaba problemas en el manejo fiscal, monetario y financiero. Además, en noviembre de 1998 se había creado la Agencia de Garantía de Depósitos.

A la lista de entidades cerradas en 1998 (Banco de Préstamos, Filanbanco y La Previsora) se sumaron en 1999: Banco del Azuay, Banco del Progreso, Financorp, Finagro, Banco de Occidente, Bancomex, Unión, Crédito, Popular y Solbanco. Esos cierres causaron un daño irreversible en el sistema financiero. “Los bancos en ese entonces, formularon e implementaron políticas de crédito y políticas de inversión incompatibles con la buena prudencia y sensatez financiera. Esto junto con el debilitamiento de la supervisión bancaria produjeron una reducción importante de la calidad de los activos”, dice César Robalino, exministro de Finanzas.

Pero desde la perspectiva histórica, el ‘crack’ financiero proviene de la década de los setenta, señala el exsuperintendente de Bancos Alfredo Vergara. “El feriado bancario no es algo que se le ocurrió a Mahuad, sino que es una acumulación de problemas durante más de dos décadas”.

El experto considera que la sucretización de 1983, el salvataje bancario de 1994 y el feriado en 1999 constituyeron una especie de subsidios que, en ese momento, beneficiaron a ciertos sectores del país; entre ellos, a los banqueros.

De todas maneras hay lecciones que aprender. Para el director de Análisis Semanal, Walter Spurrier, al menos son cuatro. 1) Siempre se requiere un estricto control a los bancos. 2) Es mejor que el Estado intervenga a los bancos, para evitar la quiebra y el perjuicio a los depositantes. 3) La medida (feriado) evitó una masiva salida de divisas. 4) El Estado no supo qué hacer con todas las propiedades y afectó al desempeño económico.

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