Los agricultores del sector Yumes, en el cantón arrocero de Palestina, no invirtieron totalmente en una nueva siembra de arroz, para no tener pérdidas si llega El Niño. Foto: Joffre Flores / EL COMERCIO
A los agricultores en Guayas, la llegada del fenómeno de El Niño en el último trimestre del año no solo les genera cierto temor. También los hace actuar a la defensiva.
La reducción en la inversión en sus cosechas en hasta un 50% es una de las medidas más generalizadas en el sector agrícola, a consecuencia de las lecciones que dejó el evento climático 1997-1998, el último y más fuerte que causó serios estragos en territorio nacional. Esta decisión de “invertir poco para perder poco” no solo es atribuida a las consecuencias que dejó ese último fenómeno. En ese entonces hubo más de 1 000 damnificados en la provincia y la cuenca baja del río Guayas, donde hubo pérdidas de casi USD 25 millones.
La medida de invertir poco también es causa de la escasa obra de prevención de los diversos niveles de gobiernos.
En el recinto Relicario, del cantón Palestina, Andrés Cortez (54 años) recuerda que en El Niño 97-98 perdió más de un millón de sucres. Ahora solo se animó a sembrar la mitad de sus 5 hectáreas de arroz.
Un caso similar vive José Remuche, agricultor del recinto Yumes, a poca distancia de allí. En esa zona, cada una de las 20 familias tiene un promedio de 10 hectáreas de arroz.
Según Remuche, cada hectárea sembrada le significa una inversión de USD 800. Y a 10 metros de sus cultivos está el río Daule. Con preocupación y señalando con su dedo índice, indica que el río está muy alto. “No lo han dragado y si vienen las lluvias y crece más nos vamos a inundar todos”.
En ese sector, ante la falta de obra pública de prevención, los agricultores optaron por sembrar árboles en los bordes del muro a manera de barrera y para compactar la tierra. Uno de sus pedidos a las autoridades municipales y que no ha tenido eco fue la instalación de una compuerta en el río, a fin de controlar el ingreso del agua.
En Santa Lucía, cantón vecino, el bananero José Uriarte piensa que lo que se necesita es que la represa del río Daule evacúe el agua ahora que todavía no llega el fenómeno. El objetivo es que acumule el agua cuando llueva y así evitar que el río se desborde.
En El Niño 97-98 la creciente del río llegó hasta la carretera, a menos de dos kilómetros. Le preocupa que esto se repita y que el agua arrase la empacadora de la bananera Banasu, propiedad y cultivos que están valorados en USD 350 000.
Cada semana, 10 trabajadores se dedican a cosechar. Por medio de una polea mueven el banano de una orilla a otra previo a exportarlo a Rusia.
En Santa Lucía no era común que se cultivara banano, pero como el río se desbordó por el fenómeno del 98 dejó limo (un sedimento que es transportado en suspensión por los ríos y por el viento) y fertilizó la tierra. En esos terrenos solo se cultivaba arroz.
Entonces Uriarte decidió plantar banano. Ahora él también teme a El Niño, porque solo con el invierno del año pasado perdió USD 150 000, al inundarse sus 16 hectáreas.
Pero la protección del río no es lo único que piden con base en la enseñanza del fenómeno climático de hace 16 años. También caminos vecinales, cuya reparación urgente consideran una prioridad.
La semana pasada, el camión de Cortez -en el que sacaba su arroz- quedó virado. El lodo, por la lluvia, fue un obstáculo para sacar su producto.
El Niño también preocupa a los maiceros. Aunque no tienen el problema de inundarse, una gran cantidad de lluvia dañaría sus cultivos. En el cantón Isidro Ayora las lluvias no han disminuido y esto no permite que el maíz se seque y por la humedad su costo disminuye.
“No estamos preparados y nadie, ni siquiera el Banco Nacional de Fomento, nos da créditos”, expresa molesto el agricultor José Cercado.
Eduardo Zambrano, asistente del Servicio Climático del Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (Ciifen), considera que se deben dragar los ríos especialmente los que suelen desbordarse. También preparar las represas, puentes, canales de riegos, alcantarillados, caminos y drenajes.
Los sitios más vulnerables son los de la cuenca baja del río Guayas. También se incluyen provincias costeras como Los Ríos, Santa Elena, Esmeraldas, el centro de Manabí y El Oro.
En contexto
En los seis meses de lluvias entre 1997 y 1998, colapsó el 64% de las principales redes viales (1 100 km) y 2 763 km de caminos vecinales. Según la Subsecretaría de Agricultura, 19 000 hectáreas de sembradíos de arroz y 13 000 de banano se perdieron en ese entonces.