Felipe Endara, junto a sus hermanos Andrea, quien cuenta la historia del accidente, y José Rafael. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
“Estamos rotos en muchos pedacitos, unidos de nuevo con pegamento. Así se siente la familia desde que mi hermano Felipe (Endara) fue atropellado el 16 de julio del 2018, cuando un conductor invadió el carril
de la vía Interoceánica (en Quito).
Desde ese día, nuestras vidas cambiaron. Él estaba terminando un entrenamiento. Era una ciclista élite y se preparaba para ir a las Olimpiadas de Tokio en la modalidad XCO (Cross Country Olimpic). Ahora todo está truncado. Él está vivo, pero el impacto con el vehículo lo dejó en una silla de ruedas y no puede ver.
Fui una de las primeras personas en la familia que se enteró del accidente, a pesar de que entonces yo no vivía aquí. Estaba en Buenos Aires (Argentina). Soy licenciada en Ciencias de la Educación y antes del accidente había conseguido un nuevo trabajo en estimulación temprana.
Mi esposo es de allá y tenía planes de quedarme en ese país.
Esa noche leí una publicación en Facebook de un grupo llamado Las Destrabadas, en el que pedían que los familiares nos acercáramos al lugar del siniestro. Vi el nombre de mi hermano, pero no sabía a quién llamar.
Pensé en mi hermana mayor, pero no creí prudente, porque ella tenía esene entonces un bebé recién nacido. A mis padres no les iba a contar por el impacto que implicaba para ellos.
Entonces contacté a mi hermana Paula, quien apenas se enteró botó el teléfono y salió. Yo busqué toda la noche boletos en las aerolíneas y estuve en Quito la siguiente noche.
Cuando llegué fui directo al hospital. Mis hermanos me contaron lo sucedido. Yo entré a verlo. Estaba desfigurado, todo hinchado. Su cara fue impactada por el auto. En dos cirugías le retiraron el hueso frontal, porque el cerebro estaba inflamado y no tenía por dónde expandirse. Para reconstruir una órbita ocular le hicieron un raspado de su costilla.
Tiene 30 clavos y grapas que le pusieron para juntar los huesos. El paladar, por ejemplo, está unido con alambres. Por el golpe perdió dos dientes. Las rótulas de las rodillas estaban rotas. Los nervios de sus ojos quedaron afectados y no puede ver.
Tiene daño neuronal. Presenta lagunas mentales. De hecho, no sabe que tuvo el accidente. Piensa que se cayó de la bicicleta, pero no identifica la gravedad de lo que ocurrió.
Mezcla experiencias del presente con el pasado. Él piensa que sí ve, pero no. Le dice a mi mamá: vamos a comer a otro lado, porque aquí está todo oscuro. Es superfuerte cuando uno lo escucha. Tiene alucinaciones.
Cuando empezó todo esto nos propusimos algo como familia: ser más positivos en todo, darle la mejor energía a ‘Feli’ y ayudarlo. Así ha ido recuperándose. Pasó tres semanas en coma y otras cuatro en una habitación del hospital. Llevábamos guitarras y le cantábamos. Eso siempre le ha gustado. Le contábamos nuestras anécdotas. Usó un traqueotoma durante tres meses. Por ahí respiraba.
Al principio participaba en cuatro tipos de terapias diarias. Pero pensamos que lo abrumábamos. Hoy conserva tres, para el equilibrio, la ocupacional y para recordar cosas. La terapista le da un cepillo de dientes o una peinilla para que adivine qué es.
Mucha gente no nos dio esperanzas. Un rehabilitador dijo que él estaría quieto como una piedra. Otras personas nos decían que iba a morir. Al segundo día del accidente trajimos a un padre para que le dé los santos óleos y así despedirnos para siempre. Pero fue saliendo adelante poco
a poco. Los rehabilitadores y doctores que hoy ayudan a mi hermano lograron avances y les agradecemos.
Nunca estás preparado para ver así a alguien a quien amas, más aún cuando él era un deportista élite. Fue campeón nacional de ciclismo en la modalidad XCM en el 2013 y 2017. Ganó la Vuelta al Cotopaxi, tenía pasajes para competir en Colombia, el 2018.
Incluso creó una competencia que se realizó el 22 de julio, seis días después del accidente y fuimos en su lugar. Después de 15 años de ausencia de Ecuador, él logró un cupo para el Panamericano de Toronto en el 2015.
Tenía su propia escuela y semillero de ciclismo; hoy todo está cerrado.
En medio de esta lucha creamos el ‘hashtag’ #FuerzaFeli y emprendimos
el proyecto No Más Familias Atropelladas, porque cuando un accidente así sucede no solo se afecta a esa persona sino a todos en su entorno. Se rompe algo dentro de cada uno.
El 16 de julio del 2019, para recordar el primer año del accidente, 18 amigos y familiares nos juntamos y colocamos lonas con frases de respeto a los ciclistas en cada puente de la avenida Interoceánica, hacia la entrada de Cumbayá. Hoy mantenemos viva la campaña y publicamos cada progreso de ‘Feli’, cada visita que recibe.
Aquí han venido Jefferson Pérez y Santiago Quintero (mientras su hermana habla, Felipe está en su cuarto. Aparece, se deja fotografiar y se va).
Sobre el conductor que atropelló a mi hermano no sé qué sentir. Fue sentenciado el 6 de febrero del 2020 a tres años. Todavía tengo muchos sentimientos encontrados. Presentó una casación contra la sentencia.
Después de todo, ‘Feli’ es un milagro. Él está aquí para enseñarnos, para darnos lecciones de vida. Es un hombre de motivaciones”.
Su vida
Juan Felipe Endara Hernández nació el 3 de junio de 1984 en Quito. Ha sido un deportista destacado. Sus familiares cuentan que en el colegio jugaba fútbol y era delantero. Estudió Turismo en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Es amante del montañismo y la escalada. Su pasión por la actividad del ciclismo comenzó cuando tenía 12 años de edad. Fue campeón nacional en dos ocasiones.