Blasco Peñaherrera Solah, presidente
Han transcurrido casi tres años en los que la improvisación, la falta de reflexión y la intolerancia han gobernado el destino de nuestro país.
Todos hemos sido testigos de la destrucción sistemática de las instituciones que permiten que la democracia no sea un mero ejercicio formal sino un elemento sustancial de desarrollo de nuestra sociedad.
La Cámara de Comercio de Quito y la Federación Nacional de Cámaras de Comercio del Ecuador, desde el primer día en que inició el mandato constitucional el Econ. Rafael Correa Delgado, manifestaron, en múltiples ocasiones, su predisposición y deseo de colaborar con ideas y proyectos para mejorar la vida en nuestro país; sin embargo, nuestros esfuerzos se estrellaron contra el muro infranqueable del cálculo político y el fanatismo.
Hace pocas semanas, cuando fue evidente la persecución del Gobierno a Teleamazonas, denuncié, en nombre de los miles de comerciantes y emprendedores de nuestro país, que estábamos a punto de perder el más importante atributo de nuestra sociedad: la libertad.
Y que esta era indivisible, es decir que no era lógico defender la libertad para producir, comprar y vender, sin defender apasionadamente la libertad para expresar nuestro criterio sin temor a ser perseguidos u ofendidos.
Las expresiones vertidas por el Primer Mandatario el sábado pasado son un fiel reflejo de sus características intrínsecas y expresan de forma indiscutible las motivaciones que impulsan sus actuaciones diarias; el mesianismo, irrespeto y abuso de sus condiciones privilegiadas.
En nombre de los comerciantes del Ecuador, del Directorio de la Federación Nacional de Cámaras de Comercio del Ecuador, del Directorio de la centenaria Cámara de Comercio de Quito, y especialmente en mi nombre, al haber crecido admirando lo que su padre y su tío, distinguidos maestros y amigos de mi padre, y lo que usted ha hecho por el progreso de nuestro país y por la consolidación del sistema democrático, le extiendo mi más sentida solidaridad por el injusto vejamen que usted y el periodismo libre de nuestro país han sufrido.
Considero oportuno recordar una de las tantas máximas sabias de Montalvo: “Yo me diré feliz si mereciere en premio a mi osadía, una mirada tierna de las Gracias, el aprecio y amor de mis hermanos, una sonrisa de la Patria mía, y el odio y el furor de los malvados”.
UNIVERSIDAD ULTRAJADA
Jorge Enríquez Páez, Rector UNAP
Nuestra universidad lleva con profundo orgullo el nombre de Alfredo Pérez Guerrero, maestro universitario que se educó en la lucha, y que en los años sesenta, frente a una dictadura militar, defendió en las calles, junto a los estudiantes, el principio fundamental de la autonomía universitaria, que reconoce la capacidad y la libertad de la universidad ecuatoriana de autogobernarse, dentro de los parámetros de la Constitución, y teniendo como objetivo primordial el desarrollo humano, científico y técnico del pueblo ecuatoriano, y su relación dialéctica con el pensamiento latinoamericano y universal.
En estos momentos de tecnificación atropellada, no podemos traicionar su memoria y tenemos la obligación ética de reflexionar sobre sus palabras.
Alfredo Pérez Guerrero, declarado Maestro Símbolo por el Estado Ecuatoriano en 2006, hace más de 40 años, decía: “La Universidad tiene que ser celosa siempre de su autonomía. Esta es el cimiento de la Universidad y ella no podrá vivir ni cumplir con su misión si esa autonomía es limitada o destruida.
La autonomía puede tener peligros y defectos, así como la libertad también es peligrosa, pero ningún peligro ni defecto puede justificar el que no haya libertad o el que no haya autonomía en instituciones que son la base de la nacionalidad, como las universidades”. Y luego, cuando en el año 63 la dictadura militar, con la violencia acostumbrada, holló sus campos y quiso atropellar su pensamiento, Pérez Guerrero escribió esa tragedia histórica que se llama ‘La Universidad Ultrajada’ y que retrató para siempre, de cuerpo entero, a los enemigos de la cultura.
Creemos que la Autonomía es un derecho histórico, conquistado sobre la base de razones y de luchas, en todas las universidades de Nuestra América, desde aquella revuelta de la juventud de Córdova de 1918, derecho reconocido en la Legislación ecuatoriana, pero creemos también que, desde luego, esa autonomía tiene que ser responsable y respetuosa de la ley, y debe estar preparada a cada instante, para informar a los organismos correspondientes, sobre su actividad profesional y económica.
La Universidad ecuatoriana tiene que actualizarse permanentemente, su camino debe ser dialéctico y adelantado a los cambios sociales.
Una universidad para el pueblo, para sus necesidades intrínsecas, para su educación social y política, pero, ante todo, para profundizar su sensibilidad y su compromiso. Ningún plan de gobierno puede limitar su trascendencia.
LO QUE ESTÁ EN JUEGO EN LAS UNIVERSIDADES
Juan Carlos Cobo R.
Se acuerdan del Conam, el bárbaro’ que hacía como brazo de la extrema derecha, hoy es ‘Senplades el absoluto’ como brazo de la extrema izquierda, acción de la doctrina totalitaria del Régimen que no respeta el Estado de Derecho.
No está en riesgo únicamente la pérdida de la autonomía universitaria administrativa y directiva, sino la violación al espíritu independiente, abierto, incluyente, democrático, pluralista, humano, con respeto a la vida, con credo o laico, cívico, patriótico, científico, histórico y con deberes y responsabilidades en la educación y formación de la juventud.
Su franca interferencia en el alma máter la prostituirá tanto en lo público como privado. El Presidente esgrime ideologías confiscatorias y populistas que atentan contra las libertades y derechos fundamentales del ser humano en pleno siglo XXI.