El próximo viernes, la benemérita Academia Nacional de Historia, fundada el 24 de julio de 1909, cumplirá el primer siglo de su existencia. Nació con el nombre de Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos, por iniciativa del eximio historiador monseñor Federico González Suárez, Arzobispo de Quito, y fueron sus primeros miembros sus discípulos Luis Felipe Borja (hijo), Cristóbal de Gangotena y Jijón, Jacinto Jijón y Caamaño, Carlos Manuel Larrea, Aníbal Viteri Lafronte, Juan León Mera Iturralde y José Gabriel Navarro.
Escogieron como fecha propicia la del natalicio del Libertador Simón Bolívar. El 21 de septiembre de ese mismo año se aprobaron sus estatutos, mediante Acuerdo Ejecutivo No. 838, del Presidente de la República General Eloy Alfaro Delgado.
En junio de 1911, González Suárez terminó de escribir su ‘Defensa de mi criterio histórico’ y la dedicó a sus discípulos con una carta llena de sabios consejos:
“Como la verdad es el alma de la Historia, buscad la verdad, investigad la verdad… La Historia tiene una majestad augusta: la lisonja la envilece, la mentira la afrenta: solo la verdad le da vida”. El 1 de diciembre de 1917 falleció el insigne Arzobispo y D. Jacinto Jijón quedó encargado de dirigir la joven Sociedad que, desde 1918, publica su acreditado Boletín. El 21 de septiembre de 1920 fue reconocida por el Poder Legislativo como Academia Nacional de Historia. Presidía el Senado el Dr. José J. Andrade y la Cámara de Diputados D. Luis Vernaza. Era Presidente de la República el Dr. José Luis Tamayo y Ministro de Educación el Dr. Pablo Vásconez, quienes sancionaron aquel Decreto el 7 de los mismos mes y año.
Han pasado 100 años desde la fecha fundacional y la Academia ha llevado adelante ardua y silenciosa labor, fiel a los consejos de González Suárez, norma de acción creadora por cada uno de sus miembros, numerarios o correspondientes, entre los cuales constan los más ilustres historiadores nacionales. Sus obras constituyen una verdadera biblioteca que estudia toda la historia ecuatoriana. El Congreso Extraordinario de la Asociación Iberoamericana de Academias de la Historia se reunió hace pocos días en Quito para conmemorar el Bicentenario del 10 de Agosto de 1809, pero también para asociarse a la celebración jubilar de nuestra Academia.
Dos hechos, en especial, ponen más de relieve nuestra efeméride: la magnífica edición en la Editorial El Conejo de la ‘Historia de la Academia, 1909-2009’ escrita por el destacado colega Dr. Franklin Barriga López, y la nueva sede institucional, el espléndido edificio Baca Lasso, en la Av. 6 de Diciembre, restaurado por el Fonsal y entregado en comodato a la Academia por el Municipio Metropolitano, presidido hasta hace poco el General Paco Moncayo Gallegos.