Al inefable Bucaram le daba miedo entrar a Carondelet porque en su interior habitaban fantasmas. Era locuaz, pero miedoso de las imágenes fantasiosas. No todos los presidentes se han atrevido a habitar dentro del Palacio para no ser atormentados.
Dicen que no hay que temer ni a brujas ni a fantasmas, pero parece que el lugar encierra misterios y se presta para toda clase de elucubraciones. En torno a ese edificio se han tejido historias de círculos oscuros y rosas.
Esto no contribuye para nada al buen vivir tan promocionado desde antes y durante el debate constitucional en Montecristi. El proceso constitucional, con todos sus defectos, ya es un hecho histórico que no merece más debates.
Esos mismos presidentes, temerosos de los fantasmas, siempre dedicaron los primeros meses de su gestión a criticar a su antecesor. Otros han prolongado sus desahogos hasta por un año, pero no más.
El actual tiene una enorme ventaja frente a los anteriores porque tiene mayoría en el Congreso y cuenta con representantes leales en todos los organismos de control y fiscalización. Todo a su alcance para garantizar la gobernabilidad.
Sin embargo, le ha dado por pelear solo contra el mundo en una lucha sin ton ni son. Han transcurrido más de dos años desde que empezó a ganar todas las elecciones, pero parece que los fantasmas de Carondelet no lo dejan tranquilo y, por suerte, no duerme allí.
Últimamente le ha dado por atacar a periodistas como Juan Carlos Calderón, de diario Expreso, tras la investigación sobre los contratos de su hermano. Un reportaje que el mismo Fabricio Correa reconoció como muy bien elaborado. Ahora se lanza contra Martín Pallares por develar la ostentación de fuerza del régimen de Chávez durante una parada militar. ¿O no nos acordamos que los de izquierda siempre hemos abominado los excesos militares?
El Presidente, de profesión economista, con títulos en buenas universidades del Primer Mundo, ahora nos da cátedra de periodismo los sábados. Hace una semana se permitió citar un artículo del ‘Pájaro’ Febres Cordero y lo acusó de haber involucionado.
Señor Presidente, el ‘Pájaro’, desde que lo conozco (1982, diario Hoy), siempre ha sido el mismo, se ha reído del poder, incluso del que ejerció su pariente lejano.
Los políticos siempre se han creído perfectos cuando están en el poder, pero no se dan cuenta que a veces caen en cursilerías o en ridiculeces como la del Conartel al censurar a Los Simpson.
Para que vea que Francisco Febres Cordero no ha involucionado, le recomiendo que lea el libro ‘Los hijos del suelo’, se reirá con las anécdotas que cuenta sobre Velasco Ibarra, Carlos Julio, el ‘Bombita’ o Lucio Gutiérrez. Ahí se dará cuenta que el poder y los fantasmas se parecen.