Con fanatismo y mediocridad

José M. Jalil Haas

Frente al despropósito contra Teleamazonas, la polémica se ha centrado, de manera absurda, sobre el origen de la Ley. El problema no es ni ha sido  la Ley. El problema es la interpretación y el sesgo que se dé.

En el caso de Teleamazonas, lo que se ha hecho es acomodar, bajo una interpretación exclusivamente personal, una Ley que en teoría se encuentra para precautelar a la población de  manipulaciones periodísticas que tengan como fin causar conmoción social o política.

Hasta aquí no hay nada extraño si esta disposición la interpreta y maneja una persona madura, sensata, educada.

Sin embargo, cuando la  herramienta legal está a disposición de alguien que escudriña leyes con unos anteojos empañados de mediocridad, fanatismo o incondicionalidad que raya en el esbirrismo, entonces  hablamos  de una manipulación sesgada, con una orientación muy clara para agradar a quien concedió una posición que posiblemente era imposible lograr por méritos propios.

Es inaceptable que existan funcionarios que traten de implementar una Ley sin la cordura necesaria, y haciendo una interpretación forzada con la finalidad de recibir una inclinación de cabeza aprobatoria o una palmada en la espalda.

Quien interpreta de esa manera la Ley contribuye a la creencia de un pueblo con educación deficiente, de que estar en el poder es abusar  para satisfacer caprichos personales o de los superiores jerárquicos para regodearse con triunfos pírricos y recibir aprobaciones como incienso a su sapiencia.
 

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